Enfermos a la fuga

Rafael Martínez (EFE)
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Desde que se decretó el estado de alarma ha surgido una nueva forma de delincuencia: pacientes con coronavirus que abandonan los hospitales a hurtadillas sin contar con el alta médica, poniendo en riesgo su vida y la de sus familiares

Enfermos a la fuga - Foto: Marcos Pin

En el siglo XXI la gente ya no se escapa de prisión, sino de los hospitales. Los fugados ya no visten monos a rayas sino batas y camisones. No son criminales, sino enfermos. Como resultado no se incumple una condena, sino una prescripción médica en plena pandemia mundial del coronavirus. Cuidado, paciente a la fuga.

Aunque al final en ambos casos los que persiguen son los mismos, la Policía, a la que desde que se decretó el estado de alarma el pasado 14 de marzo le ha surgido una nueva forma delincuencial adaptada a los tiempos que corren. Se trata de pacientes ingresado por COVID-19 que abandonan los hospitales a hurtadillas sin tener el alta médica.

En los últimos días, se han dado casos en Madrid, Ceuta, Benidorm, Málaga y hasta un «falso paciente» en Oviedo.

No hay un modus operandi establecido, eso queda al albur y a la imaginación de cada fugado. Unos lo han hecho a pie mientras que otros han optado por ir más cómodos en taxis. Y si por el camino se les antojaba parar en una tienda, por qué no. Muchos se excusan en que solo tienen un resfriado o que mejor están en casa (semi) confinados, ya que luego se los encuentran paseando.

Lo que ocurre es que una vez son detenidos, en lugar de llevarles al calabozo por incumplir la ley, se les devuelve al hospital, aunque quien sabe por cuánto tiempo, porque los hay que van cogiendo experiencia al haber huido ya hasta de dos centros diferentes, con lo que en apenas días ya presumen del agravante de la reincidencia.

Desde las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado les tildan de «bastante irresponsables», si bien las redes elevan más el tono hacia ellos, por el riesgo y la imprudencia de contagiar a otros ya que por el camino se han podido cobrar varias víctimas.

Las fuente explican que el problema no está en localizarles sino en analizar su recorrido desde que escapan para ver si han contactado con otras personas y ponerlas en cuarentena. Y eso exige un importante trabajo de logística y recursos humanos y materiales.

Como sucedió en Benidorm el pasado 23 de marzo. Un octogenario convertido en un peligro público porque, con todos los síntomas y a la espera de los resultados, salió del Hospital IMED Levante y se montó en taxi. Por el camino a su casa, le dio tiempo incluso a parar en una tienda.

Unas horas después, la Policía llamó a su puerta y regresó en ambulancia, pero la cosa no terminó ahí. Había que buscar al taxista, aislarle y conocer las carreras que hizo después. Ahora el conductor ya no trabaja, está en cuarentena y su vehículo desinfectado.

Fueron las redes las que dieron cuenta del ejemplo más surrealista, encumbrado en la categoría de lo viral y que luego no resultó ser tan veraz. El pasado martes, un joven de 16 años en pijama, bata y zapatillas, huía montado en una bicicleta de dos patrullas en Oviedo.

Inicialmente se pensó que se había escapado del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), pero luego se supo que se había fugado de un centro de menores, aunque las redes sociales ya se encargaron de santificar la primera hipótesis.

Fue detenido cerca del hospital por casi atropellar a varias personas, saltarse el confinamiento y mentir a los agentes haciéndose pasar por su hermano, ahora está internado. Ocurrió el pasado lunes aunque la secuencia arrancó días antes en Madrid. Un hombre con coronavirus prefirió irse a la Costa del Sol que continuar en el Hospital de la Paz, donde estaba siendo atendido y a punto de trasladarse a un centro psiquiátrico.

Pero un familiar preocupado dio el aviso. Fue localizado a 510 kilómetros de Madrid, en la localidad veraniega de Nerja (Málaga), alojado en la casa de otro familiar.

Aunque puesto a desoír las instrucciones sanitarias, el enfermo se fue a dar un paseo en lugar de confinarse y así fue interceptado en una céntrica plaza (inmediatamente desinfectada). Nueve agentes, dos coches patrulla y una ambulancia, todo para él. Ahora está en el Hospital de la Axarquía, en Vélez-Málaga.

En la categoría de los huidos, los reincidentes están en otra liga. Es el caso de un madrileño de 29 años detenido tras escapar del Hospital Regional de Málaga después de haber hecho lo mismo en un centro en Madrid, por coronavirus. Fue hallado en pleno paseo nocturno, a las 01,55 horas de la madrugada. Dos agentes de Policía Local le preguntaron qué hacía caminando. 

Su excusa fue que se dirigía al hospital a recoger su medicación para un tratamiento psiquiátrico. A los policías les chirrió esta situación y se percataron de que su descripción coincidía con la de un paciente fugado hacia dos días.