Antonio López: "Tomelloso no tiene ninguna deuda conmigo"

Ana Pobes
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El pintor manchego confía en que su pueblo natal luzca sus obras. De no ser así asegura que querrá igual a sus gentes

Antonio López: "Tomelloso no tiene ninguna deuda conmigo" - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

Hombre afable y cercano, a sus 86 años Antonio López García mantiene intacto su apasionado idilio con el arte. Ese que le ha convertido en el artista español vivo más cotizado. Y no es para menos, en 2008 su cuadro 'Madrid desde Torres Blancas' se subastó en Christie's por 1,74 millones de euros. Es el último y venerado maestro del realismo español.

Nacido en 1936 en Tomelloso, toda su trayectoria ha sido avanzar, innovar y dejar huella indeleble. A pesar de eso, el pueblo que le vio nacer no cuenta con ninguna de sus obras, una deuda que el Ayuntamiento quiere saldar con la adquisición por casi un millón de euros de 'Carmen despierta' y 'Carmen dormida', dos esculturas de la misma colección que se contemplan en las inmediaciones del AVE en Madrid y que evocan a la infancia. Esculturas que tras exponerse durante un tiempo en la Casa de Correos de la capital, hoy se encuentran guardadas en su galería a la espera de un comprador, posiblemente el Consistorio tomellosero.

Antonio López responde escogiendo las palabras con la misma paciencia que caracteriza su trabajo. Confía en que la intención del Ayuntamiento se culmine con la instalación de esas dos esculturas en algunos de los rincones de Tomelloso. De momento, reconoce, «no hay nada seguro» pero al menos «hay intención». «Ellos quieren, a ver si es posible. Aún así lo agradezco mucho y me parece muy buena idea. No me lo esperaba».

Nunca ha dado importancia al hecho de que su pueblo no cuente aún con alguna de sus obras. «Creo que Tomelloso no tiene ninguna deuda conmigo. Esas cosas pasan. Nunca le he dado importancia, y no hay que dársela», comenta al tiempo que asegura que ha hecho su vida profesional con «desahogo». «El mundo es muy grande. Si en tu tierra las cosas no pueden ser, pues serán en otro sitio. Tampoco pasa nada. Las cosas llegan cuando tienen que llegar. No tienen una fecha. A veces tardan en llegar, a veces llegan pronto y otras veces no llegan nunca. Si llega ahora, lo hará en un momento estupendo». Pese a todo, asevera que quiere igual a su pueblo, «un lugar muy importante para mí». «Soy de La Mancha, me siento manchego y he estado siempre muy enamorado de mi tierra y su gente, y así será siempre pase lo que pase. No va a cambiar nada, eso lo he sentido siempre de una manera natural porque Tomelloso me gusta mucho, me ha enseñado mucho».

Se inició en el mundo del arte gracias a su tío, Antonio López Torres, también pintor y quien convenció a la familia para que el pequeño Antonio fuera a la Escuela de Bellas Artes de San Fernando. Aprobar las pruebas de acceso le salvó de acabar trabajando como contable en Tomelloso. Tenía 13 años. No defraudó a nadie. «Tuve la sensación de que en mi tierra no podía vivir porque no había una vida o unas personas que me permitieran realizar mi trabajo, y me vine a Madrid. Si en Madrid no hubiera sido posible, me hubiera ido, como han hecho otros muchos, a otro lugar. La gente se traslada a otros sitios para trabajar, y no pasa nada», argumenta.

Empezó a pintar en 1949, y desde entonces no ha encontrado nada que sustituya la pintura. A sus 86 años sigue al pie del cañón. Trabajador infatigable asegura que jubilarse no entra en sus planes. «No, no pienso jubilarme. Esas cosas no hay que pensarlas. Estaré hasta cuando yo quiera». Y es que, se siente mejor cuando pinta, por lo que raro es el día que no lo hace. Lavar los pinceles es una tónica diaria de una jornada laboral que empieza a las ocho y media y se prolonga hasta las tres, momento en el que hace un descanso para empezar a trabajar de nuevo a las cinco de la tarde. Ahora, está inmerso en las esculturas religiosas que se instalarán en las nuevas puertas de la fachada de Santa María de la Catedral de Burgos con motivo del VIII Centenario. Un proyecto que no ha estado exento de polémica.

Reconoce que nunca ha echado cuentas del número de obras que lleva a sus espaldas pero, quizás, haciendo un cálculo, «igual supero los 500 trabajos». No son muchos, declara, pues «no soy un pintor que trabaje rápido». «Soy muy desigual, unas veces trabajo más rápido que otras, depende del tema y de otras muchas cosas», comenta. Con nostalgia recuerda el primer dibujo que pintó con solo trece años, y que aún conserva como oro en paño al igual que lo hace también con su primera pintura. «Me gusta conservarlos porque creo que los comienzos de los pintores son bonitos y muy interesantes». Sus obras están presentes en muchos lugares del mundo, e incluso en ocasiones acude a reparar de manera altruista los daños causados por el vandalismo, algo que ocurre «constantemente». «No pasa nada, lo importante es que la obra esté. No llevo bien que dañen el arte pero la sociedad a veces hace cosas torpes. No se puede hacer nada. Es imposible poner a un policía a vigilar todas las esculturas que hay en la calle», lamenta.

Desde aquel primer dibujo y pintura, «la vida ha cambiado mucho» pero Antonio López sigue utilizando los mismos materiales. No ha cambiado la técnica pero sí en el contenido, como lo ha hecho, dice, su cara y su cuerpo. Pero el transcurso de los años se ha dejado también sentir en un sector, el del arte, en el que el Gobierno es «bastante generoso». «Cuando empecé había cuatro escuelas de arte, ahora hay veinte, y mucha más gente se inicia en este mundo gracias a las becas. Francamente, no sé qué más puede hacer el Gobierno».

A su 86 años, asegura que no le queda ningún sueño por cumplir. Solo desea poder seguir trabajando, y eso es lo que lleva haciendo desde que era un crío. Amor al trabajo como tomellosero que es, ya que «Tomelloso ha creado personas formidables con ímpetu y amor al trabajo». «Cuando voy me gusta recordar cómo se entregaba la gente a su trabajo, con esa alegría y fortaleza». Y él, es un ejemplo de ello.