Diego Murillo

CARTA DEL DIRECTOR

Diego Murillo


Mujer manchega

17/10/2022

Este fin de semana se ha celebrado una de esas conmemoraciones que de vez en cuando asalta el calendario. En esa ola de rutina diaria, diferentes organismos han ido salpicando el almanaque con recordatorios de diferentes causas. Es una forma de visibilizar nuestros olvidos y reivindicar la lucha, el trabajo, la conmemoración o reclamación de hitos o ejemplos. Es un nuevo repertorio de 'festividades' laicas, todas ellas por un mundo mejor. También las hay más superficiales de productos concretos y superficiales. El sábado fue el Día Internacional de las Mujeres Rurales con diferentes actos, artículos y reportajes para hacer entender la vital importancia de la mujer en el desarrollo de los pueblos. La ONU, como otras tantas causas, agendó esta conmemoración pensando en una cuarta parte de la población mundial que resulta imprescindible en aquellas zonas del planeta donde se depende de los recursos naturales para poder subsistir. 
En cierta manera, en nuestros pueblos, también ha sido así. Con las evidentes diferencias respecto a otras latitudes del globo terráqueo, la mujer, la madre, la abuela, la tía, la soltera y la hija han sido los verdaderos pilares de las familias manchegas. Han sido y siguen siéndolo los enlaces, los puentes y ahora más que nunca las raíces para evitar que los pueblos se desangren poblacionalmente. A pesar de que han asumido un papel más activo, en general en la sociedad, y en particular en la agricultura, es impagable el trabajo en silencio que hacen para sostener emocionalmente los núcleos familiares. Son las que toman la decisión de irse o quedarse; de apostar por la ciudad o de continuar el apellido y el negocio familiar; ahora más que antes, las que invierten o toman las riendas del plantío. El cineasta Pedro Almodóvar ha intentado retratar en sus obras el poderío de la mujer manchega más allá de la economía, el poder o la influencia social en el pueblo. Descontando su habitual visión excéntrica, las películas del originario de Calzada de Calatrava siempre realzan la figura femenina por encima de todas las cosas, y sobre todo en sus filmes más afamados, donde es clave el papel que ejerce la mujer en La Mancha, zona de áridas esperanzas.
No es de extrañar que las administraciones se vuelquen en proteger esta influencia de la mujer en nuestras tierras. Han detectado que son claves para el mantenimiento de las explotaciones agrarias, aunque ellas no sean las titulares; son conscientes de que son las guardianas de la vida social, cultural y religiosa. Y lo más importante: son además las depositarias y transmisoras de las tradiciones. Porque un pueblo o un entorno rural no solo se dignifica con oportunidades, infraestructuras o subvenciones o ayudas económicas. Que también y falta hacen. Es necesario a su vez reconducir ciertas políticas que nada tienen que ver con ellas, con su idiosincrasia, en definitiva, con su esencia. Recuperar el foco en aquellas virtudes que las han llevado a un verdadero empoderamiento. Quizá un papel más coprotagonista, de igualdad real, de cooperación, de solidaridad. Alejado de maximalismos y centrado en asentar las bases de un nuevo entorno rural donde provincias y regionales como la nuestra se juegan no solo el futuro sino su existencia.