20 linces mueren en Campo de Calatrava desde 2011

Ana Pobes
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Veinte ejemplares han fallecido en esta zona de reintroducción en los últimos siete años. Las principales causas de la muerte han sido el atropello y el furtivismo

20 linces mueren en Campo de Calatrava desde 2011 - Foto: PABLO LORENTE

El Campo de Calatrava, una de las zonas de reintroducción del lince ibérico, ha registrado la mayor tasa de mortalidad desde el año 2011 como así se recoge en el último censo elaborado por Life+Iberlince, y al que ha tenido acceso La Tribuna. De tal forma que la tasas de mortalidad anual obtenida en las distintas poblaciones oscilaron entre el 14,18 por ciento de los Montes de Toledo y el 38,28 de Campo de Calatrava, por lo que las tres poblaciones que presentaron la mayor tasa de mortalidad anual fueron Campo de Calatrava, Vale do Guadiana (Portugal) y Guadalmellato (Andalucía).

En los últimos siete años, durante el proyecto Life+Iberlince, un total de veinte linces han muerto en el Campo de Calatrava. Las principales causas han sido el atropello y el furtivismo con trece y tres, respectivamente. El resto, perdió la vida por alguna patología, inadaptación o causa desconocida (dos). Sin embargo, este orden varía en función de la población analizada. Así por ejemplo, el furtivismo es la primera causa de muerte en las poblaciones de Guadalmellato  (11,8%) y  Guarrizas (9,4%), ambas zonas de la provincia de Andalucía. En este sentido, el ex director del proyecto Life+Iberlince, Miguel Ángel Simón, apuesta por estudiar en profundidad las áreas de Guadalmellato y Campo de Calatrava, «donde al parecer está afectando especialmente los atropellos y el furtivismo y no están creciendo las poblaciones de formar similar a otras zonas».  

Estas cifras, comentan desde Life+Iberlince, son fruto de los resultados de los análisis de tasas de mortalidad derivada de datos de radioseguimiento. Cabe señalar que los linces muertos por atropello son fácilmente detectables, ya que por su propia naturaleza suceden en zonas muy transitadas, y por lo tanto son  detectados fácilmente, siendo su detectabilidad cercana al cien por cien. Sin embargo, la posibilidad de localizar un lince muerto por patologías, peleas o furtivismo será muy remota al no ser que el individuo tenga un collar de radioseguimiento. Para evaluar adecuadamente la importancia de cada causa de la muerte «es necesario recurrir a análisis estadísticos con información de todos los animales radiomarcados, con lo que se extraen las tasas de mortalidad», según explica Life+Iberlince en el último censo.

Los atropellos son la principal amenaza para la población del lince ibérico, y por ello «es necesario  analizar los datos en profundidad para detectar los puntos negros donde se producen con el objetivo de priorizar las actuaciones». El 50,34 por ciento de los atropellos han ocurrido en un total de seis carreteras: A-4 (Madrid- Cádiz); A-481 (Hinojosos-Villamanrique de la Condesa); A-301 (La Carolina-Úbeda); N-420 (Montoro-Fuencaliente); A-421 (Villafranca-Adamuz) y la CM-410 (Mazarambroz-Cuerva). De todas ellas destaca la A-4, que aglutina el 21,09% de los atropellos encontrados durante el proyecto con 31 muertes de lince, y donde en el último año se está produciendo un incremento de fallecimientos pasando de ocho en 2017 a los diez registrados el año pasado. Aunque en la A-4 se ha construido un paso de fauna subterráneo con cargo a Life+Iberlince, del que aún no hay datos de su efectividad, «hay que seguir trabajando en solucionar la permeabilidad en esta carretera», por lo que el Ministerio de Agricultura y de Fomento «se encargarán de solucionar la permeabilidad en la A-4 y de la N-420», donde en esta última han fallecido ocho ejemplares desde 2011.

Pero a pesar de la mortalidad detectada, el resultado de las liberaciones se considera «muy buena».  A este respecto, y desde septiembre de 2011, fecha en la que se inicia Life+Iberlince, hasta finales de 2018 se han liberado un total de 227 linces (103 machos y 124 hembras) y se tiene constancia de que se han fructificado 235 cachorros silvestres. En este momento, el lince se encuentra en la categoría de ‘en peligro’ y la IUCN prevé que tras haber alcanzado los 250 individuos maduros (tienen tres o más años de edad) este número se mantenga durante más de cinco años y  se podría rebajar así la categoría de amenaza a ‘vulnerable’. Hasta 2018 se han registrado 686 ejemplares en la península.

La tasa de supervivencia de los individuos reintroducidos procedentes de cautividad ha sido del 69% durante su primer año en libertad. Estos datos «superan con creces las expectativas, ya que la previsión de supervivencia era del 50 por ciento».