Rafa Zaldívar

Rafa Zaldívar


Suspiros de España

19/10/2021

Oyendo de fondo el espléndido pasodoble del maestro Álvarez Alonso, en la no menos espléndida Maestranza sevillana, no podía uno sustraerse a la controversia suscitada recientemente acerca de la exclusión de la tauromaquia del célebre bono cultural. 
El ministerio de cultura daba marcha atrás y nos hacía recordar aquello del 'nadie se quedará atrás' durante la pandemia. El resultado para el sector taurino fue otro bien distinto, siendo abandonado a su suerte salvo contadas excepciones.
Hoy, al parecer, muchos ignoran el significado del arte y por extensión, de la cultura.  En la editorial de la pasada semana en La Tribuna, se hacía mención a una nueva embestida del gobierno de coalición contra una fiesta que pertenece al acervo cultural como lo puede ser la música, la danza o el teatro. Flaco favor se hacen a sí mismos al querer eliminar de un plumazo y por decreto lo que forma parte de nuestra idiosincrasia. No sería necesario acudir a las distintas definiciones o conceptos que entraña a la cultura, baste señalar y como ejemplo lo que la Unesco afirma en relación con el 'proceder social que permite crear un sentimiento de identidad, de reconocimiento y de reciprocidad. La cultura es la representación más alta de la experiencia humana. Nos permite tener conciencia de nosotros mismos'.
No hay duda de que la tauromaquia es un símbolo que distingue, al menos, a un grupo social. Y, con respecto al hecho artístico, decir que el arte con mayúsculas tiene como finalidad –entre otras- la estética y la comunicación, mediante las cuales se expresan las ideas, las emociones y, en general, una visión del mundo.
¿Acaso el toreo, la lidia, no forma parte de un arte escénico? El toreo es una suerte de danza que se manifiesta en una coreografía en la que el espectador se integra plenamente. En el arte mandan las sensaciones que de una manera u otra, alcanzan al espectador. Sensaciones que nos conmueven, que nos impresionan o que nos provocan un determinado estado de ánimo. En el toreo, hay que saber mirar, leer y descifrar lo que el artista nos transmite.  Por ventura, ¿no consideramos un objeto artístico y por ende visual, a un simple cartel que anuncia el espectáculo? ¿Habrá que recordar la primera obra de arte conceptual, que pasa por ser una de las obras más influyentes del siglo XX, como es la famosa fuente-urinario de Duchamp, en 1917? Hoy, consideramos Arte, 'cualquier cosa que consideremos arte'. (Dino de Formaggio).
Como ese lenguaje melancólico, nostálgico, que simbolizó y que puede que simbolice en un futuro para los aficionados a la tauromaquia, los tarareos de la canción del exilio que tocaba la banda maestrante.