Sin pisar la cárcel

Sagrario Méndez (EFE)
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Como ocurría con 'El Melillero', muchos delincuentes de barrio suman cientos de antecedentes, pero aun así siguen en libertad

Sin pisar la cárcel

El Melillero, el joven acusado de agredir con ácido a su expareja a y a una amiga de esta, que permanecen estables dentro de la gravedad en el hospital, era ya un viejo conocido de la Policía, ya que tiene un amplio historial delictivo que recoge causas pendientes por tráfico de drogas, maltrato, amenazas, robo con fuerza e intimidación, contra la seguridad vial y pertenencia a grupo criminal, entre otros. Aun así, se encontraba en libertad. Pero no es el único caso.

El Goyito, el Troll y los cuatro hermanos Bote Vargas. Entre los seis suman cerca de 700 detenciones, pero están en libertad. Sus nombres ya son famosos, herederos de aquellos delincuentes de barrio que en décadas pasadas contribuyeron a escribir la crónica negra de las ciudades de España, como el Nani o el Jaro. «Fríos, violentos y calculadores». Así los definen quienes llevan años persiguiendo a unas bandas de delincuentes que ponen sus ojos en joyerías, tiendas de telefonía, centros comerciales o talleres mecánicos.

Procedentes de zonas humildes de Madrid, vieron en la delincuencia su única salida. Aunque pocos superan la treintena, son ya viejos conocidos de la Policía, de cuyo cerco intentan escurrirse, escondiendo también el alto nivel de vida que sus atracos les permiten mantener. Siempre al filo de la ley y bien asesorados por abogados que pueden pagar, en sus golpes, al contrario que en el caso del Melillero, utilizan la menor violencia posible, conscientes de que si la usan les pueden caer entre dos y cinco años de cárcel, lo que intentan evitar «a toda costa», como resaltan fuentes policiales.

Algo les diferencia de los delincuentes de hace unos años. Mientras aquellos históricos tenían que subir peldaño a peldaño en el escalafón de la banda empezando por el de más abajo, los actuales forman su propio grupo criminal en la adolescencia con chavales de su misma edad. 

Uno de ellos es Gregorio Rodríguez, alias Goyito, de 28 años, que fue detenido en octubre pasado, pero horas después ya estaba de nuevo en la calle a pesar de ser más que reincidente. En su expediente particular figuran más de 60 detenciones anteriores. Por una de ellas acabó en prisión, pero salió en julio. Desde entonces, suma más de 50 robos en diversos establecimientos de varias provincias de España.

La Policía Nacional y la Guardia Civil arrestaron a este alunicero en el aparcamiento del aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas junto con su hermano Cristian, el Ruso, y otros miembros de su banda como el Gordomaya y Menasalvas. Entre todos, suman más de 200 antecedentes, según subrayan las fuentes consultadas. En dos casas unifamiliares okupadas en el municipio toledano de Casarrubios del Monte, donde vivía el clan, los agentes incautaron 14 vehículos de alta gama y una caravana, todo valorado en unos 300.000 euros.

Todo el material intervenido no fue suficiente para que el juez les enviara a prisión, en un caso que recuerda a Ismael Arriego, alias El Troll, uno de los butroneros más famosos de Madrid, que recogió el cetro dejado por su jefe, El Niño Sáez. En el palmarés de este delincuente resalta el robo de 23 millones de euros en relojes de primeras marcas o el asalto a un depósito de droga en Málaga, siempre acompañado de su compinche Jean Joseph Younes, el Libanés, otro ladrón que sigue en la calle. De hecho, el último paso de ambos por los calabozos no fue por un atraco, sino por una riña en una discoteca en marzo del año pasado. A los pocos días ya estaban en libertad de nuevo.

 

En familia

Con menos foco mediático, pero de igual manera activos, los Bote Vargas forman una saga de cuatro hermanos que se especializaron en el robo de coches para empotrarlos contra los escaparates de comercios de distinto tipo. Entre los cuatro suman más de 200 detenciones, pero su paso por la prisión ha sido casi tan fugaz como el tiempo que emplean en sus golpes. David, el mayor de ellos, fue el que trasmitió sus conocimientos delincuenciales a los otros tres, Félix, Óscar y José Luis, en el poblado chabolista de Las Mimbreras, donde vivían.

Sin embargo, no todos los ladrones históricos han corrido la misma suerte. Francisco Javier Martín Sáez, alias el Niño Sáez, y Carlos Jarry Sánchez, que compartieron el trono como reyes del alunizaje en Madrid, murieron en la calle acribillados a tiros por sus enemigos.

Otros, como Juan María Gordillo Plaza, el Niño Juan, pecaron de exceso de ambición. Con un amplio historial delictivo, aceptó el encargo de la mafia china para un robo de película en un castillo de Francia por el que iba a cobrar unos 800.000 euros. Pero fue arrestado y aún permanece en prisión.