Elisabeth Porrero

Elisabeth Porrero


El triángulo de la belleza y el arte infinito

15/03/2023

El triángulo de la tristeza, actualmente en cines, es una de esas películas que, pudiendo gustar o no, tiene la virtud de no dejar indiferente a quien la vea. Esta obra sueca acumula tres nominaciones a los Oscars, entre ellos mejor película, y ya ha conseguido numerosos galardones como la Palma de Oro, también en esta categoría, en el Festival de Cannes.
El mensaje que lanza me recordó, salvando las distancias en cuanto a las historias que narran ambas, a la coreana Parásitos, que resultó, como esta, ampliamente laureada.
Una de las metáforas que lanzan las dos es: «No subestimes a las personas que no están en una clase tan alta como la tuya», y otra bien podría ser: «Tener dinero no nos puede salvar de todo».
Recuerdo que después de ver cada una salí del cine con la necesidad de reflexionar sobre ellas, comentar detalles que a unos se nos habían pasado, pero en los que otros habían reparado y de recuperarme del impacto mental que me habían causado. No cabe ninguna duda de que sus directores y guionistas han sabido bien cómo ahondar en determinados aspectos de la condición humana como la avaricia, el ansia de poder, la soberbia o el ingenio y el instinto de supervivencia. Y, por supuesto, de una forma bastante hábil,  ambas se zambullen en la diferencia de clases y cómo estas pueden invertirse llegando un momento.
Desde luego hay grandes películas que elaboran unas perfectas y preciosas metáforas sobre la sociedad en la que vivimos. Esa es una de las muchas funciones que tiene el arte, la denuncia social y la crítica a la parte más negativa de la sociedad.
Las manifestaciones artísticas no solo consiguen causarnos emociones mientras las disfrutamos, sino también después, y este hecho es algo maravilloso, porque resalta su perpetuidad. El arte nos ayuda a descubrir recovecos del alma en los que, tal vez, no habíamos reparado de esa manera, nos invita a reflexionar sobre ellos y hasta puede hacernos cambiar de opinión o planteamientos respecto a los mismos.
En estos meses aún de invierno y con la excusa de los diferentes y famosísimos festivales de cine que tienen lugar, se suceden, anualmente, producciones que merece la pena ir a ver y reflexionarlas después. Es de agradecer que, después del tiempo durante el que disfrutamos la historia en pantalla grande, podamos hacer un ejercicio de acercamiento a esos temas sociales y éticos que nos dejan algunas de estas obras.
Hablar sobre ellos o hacer, con su mensaje, un ejercicio de introspección nos ayuda, sin duda, a conocernos más y es muy probable que también nos ayude a ser mejores personas.
Hace unos días, y con motivo de la próxima presentación del libro Palabras a la libertad (Grupo de comunicación Oretania), nos preguntaban a varios poetas sobre la función del arte para la denuncia social. Yo añadiría que intentar construir una sociedad mejor a través de la belleza es algo de lo más hermoso que puede realizar el ser humano.