Fernando Lussón

COLABORACIÓN

Fernando Lussón

Periodista


Tiempo de tormentas

18/05/2021

Habrá investidura y habrá Govern de coalición entre ERC y Junts. Un Govern paritario entre los dos partidos y con una hoja de ruta hacia la independencia que hace presagiar que se avecinan tiempos de tormenta, tanto en el interior de Cataluña como en las relaciones con el Gobierno central. Finalmente, el partido de Oriol Junqueras abandonó su amenaza y su deseo de encabezar un gobierno en solitario mientras que en el reparto de carteras en el futuro Govern no ha hecho valer su condición de fuerza independentista más votada.  

En último extremo, tras las amenazas de la Asamblea Nacional Catalana y las presiones de la CUP se ha impuesto la lógica independentista y ha llegado el acuerdo. Volver a las urnas hubiera sido un reconocimiento de impotencia, y tal vez perder la doble mayoría de votos y escaños que consideran fundamental para mantener la ficción de la posibilidad de llegar a la secesión. Además, las encuestas realizadas ante la posibilidad de nuevas elecciones no dibujaban un escenario muy distinto al actual.    

Ahora bien, si no cambian los usos y costumbres en el seno de ese nuevo gobierno, si no se despejan las dudas de unos partidos sobre otros, es posible que en poco tiempo se asista a la reedición de los enfrentamientos internos entre las dos patas del Govern, que conduciría a una nueva parálisis, a desatender la solución de los problemas de los catalanes, a un espectáculo político como el que daban bajo la presidencia del activista Quim Torra. El futuro presidente de la Generalitat, estará al frente de un Ejecutivo en el que JxCat ha salido muy bien parada, ya que dispondrá de Vicepresidencia y Economía, Salud y Acción Exterior, que hasta ahora estaban en manos de ERC y que están llamadas a desempeñar un papel esencial en los momentos de salida de la pandemia, con la gestión de nuevos fondos, y en la internacionalización del ‘procés, con su jefe de filas en Waterloo.  

ERC ha cedido a la presión ejercida desde el mundo independentista, aunque en ningún momento se planteó explorar la formación de un gobierno de izquierda, con ‘el veto al PSC del 155’. Ahora Aragonès tendrá que compaginar un doble acuerdo, el alcanzado con JxCat y el previo con al CUP, dos partidos que son como el agua y el aceite, a los que solo une la voluntad de lograr la independencia de Cataluña. Su obligación, no obstante, será la de demostrar que es el presidente de todos los catalanes y no solo del 52% que votaron las opciones independentistas, aunque sus primeras declaraciones en la presentación del acuerdo no dejan espacio a la esperanza, por cuanto Aragonés afirma que el acuerdo es “para poner en marcha la Generalitat republicana”.  

Y la tormenta llegará también cuando se desbloqueé la mesa de negociación con el Gobierno central que sigue con la mano tendida para abordar el problema territorial catalán, lo que dará pie a nuevos ataques de la oposición sobre presuntas cesiones, y que se reanudará con posiciones de partidas tan irreconciliables como la petición de la parte independentista de un referéndum de autodeterminación acordado  y la amnistía para los presos y huidos del ‘procés’, en un marco de confrontación directa, mientras que el Gobierno se mantiene dentro de los parámetros de la legalidad constitucional que impide concesión alguna en ambas peticiones. Además, queda pendiente la actitud que tendrá ERC en el Congreso donde es uno de los socios prioritarios del Gobierno.