Javier López

NUEVO SURCO

Javier López


Coalición en colisión

15/03/2023

Las dos partes que forman la coalición de gobierno han colisionado, y nadie duda a estas alturas que los daños son de difícil reparación. Se aguantarán unos meses, hasta la convocatoria de las elecciones generales, pero solamente las urnas, y un nuevo reparto de cartas, pueden tener algún efecto balsámico. Pedro Sánchez necesita que la suma de las dos principales formaciones de izquierda llegue a 150 escaños, y volver a tejer con el independentismo, pero no piensa en Podemos, piensa en el yolandismo y en su plataforma, Sumar. El problema es que la formación morada, que sigue estando controlada por el tándem Iglesias-Montero con el acompañamiento incuestionable de Ione Belarra y Pablo Echenique, no va a tirar la toalla ni a sumarse a Sumar tan fácilmente. Iglesias sabe que un gobierno de la derecha puede dar fuelle a los radicalismos de Irene Montero y, por el contrario,  una coalición de nuevo cuño entre el PSOE y la plataforma de Yolanda Díaz diluiría para siempre su proyección. Iglesias, que ha huido de las responsabilidades políticas y de la gestión sin ningún tipo de disimulo, tiene en la oposición su terreno más propicio, el de las soflamas.
Se presentan unos meses de alto voltaje. Habrá que ver hasta que punto los españoles de Castilla-La Mancha, Extremadura o Aragón, por poner tres ejemplos del llamado socialismo clásico, piensan votando en las aventuras y desventuras de la coalición progresista o en lo ha ocurrido o pueda ocurrir en sus territorios. Después, una vez que hablen las urnas municipales y autonómicas, vendrá la traca final y la coalición podría saltar por los aires en cualquier momento, aunque es previsible que salvo caso de fuerza mayor aguante el tipo hasta final de año en un agotamiento de la legislatura que además coincidirá con la presidencia española de la UE, tan suculenta para todos los miembros mal avenidos del gobierno de España.
Lo cierto es que la coalición tiene grietas profundas y vías de agua irreparables. Algunos de los miembros del gobierno prácticamente ni se hablan. Margarita Robles no soporta a las ministras moradas, ni las moradas le aguantan a ella. No comparten nada, son de ideologías en el fondo muy distintas y también de generaciones distanciadas. Mientras, Podemos, en riesgo de quedar engullido por su ineficacia manifiesta, como otros productos de la nueva política, agudiza su postureo radical con la intención de evocar en su tropa de electores a la fuga las viejas esencias, pero no se apean del poder ni dan por finiquitado el acuerdo con los socialistas porque saben que en este momento sería letal para ellos. En el lado socialista cada vez son más los que comparten Consejo de Ministros con la nariz tapada y unos deseos irrefrenables de que esta coalición pase a la historia y que amanezca un nuevo día a ser posible venturoso. Lo mismo sintieron en su día barones de postín como Emiliano García-Page en Castilla-La Mancha que llegó absolutamente extenuado a la cita con las urnas con aquel vicepresidente de Podemos de apellido García Molina que no han echado de menos ni los suyos. Sin embargo, a García-Page la resistencia le premió con una mayoría absoluta y la desaparición del podemismo de las cortes regionales. En cambio, a nivel nacional  si las cuentas le salen al PSOE solamente le podrán salir con una nueva coalición en la que lo de Yolanda Díaz sume suficiente y ocupe el lugar del Podemos menguante de Iglesias-Montero. Se necesitaría que el yolandismo desbanque a Vox en el tercer puesto del ranking electoral y volver a la aritmética con el mundo independentista. No hay otra, porque llegar a un acuerdo de Estado desde la centralidad con el PP es imposible mientras Pedro Sánchez sea el líder del PSOE
Las encuestas a nivel nacional, sin embargo, no van por ahí y señalan una victoria del PP que podría gobernar con un apoyo externo de Vox. Lo que ocurra en las elecciones del 28M marcará la tendencia ineludible apuntando ya a las elecciones generales. Lo que deparen las urnas en esos comicios municipales y autonómicos acelerará más o menos la descomposición de la coalición de gobierno que marcó un punto sin retorno en el momento en que quedó absolutamente fracturada con la reforma de la Ley del Sólo Sí es Sí. Esa tarde en el Congreso el matrimonio, que ya andaba mal avenido, se rompió sin remedio. Solamente continuará andando algún trecho por conveniencia de ambas partes y manteniendo las apariencias con grandes esfuerzos.