José Rivero

Doble Dirección

José Rivero


Repetición

02/03/2022

El caballo de acero niquelado de Vladimir Putin y toda su parafernalia y toda su palabrería de fuego, invadiendo Ucrania sin pretexto y sin justificación, está teniendo diferentes lecturas: históricas, geoestratégicas, económicas, militares y políticas. El pretexto y la justificación de Moscú, es «salvar del genocidio imparable de un gobierno de drogadictos y nazis al pueblo rusófilo ucranio» (sic). Esa es la lectura oficial de lo que llaman, eufemísticamente, como Operaciones especiales. Operaciones especiales versus Guerra, que ha tenido al gobierno de Turquía deshojando la margarita del cierre del paso del Bósforo, por aplicación de la Convención de Montreux, Aplicable sólo en caso de guerra abierta, que a lo visto ha habido que esforzarse en detectar tras tanto camuflaje.
 Lecturas encontradas como otras veces, porque siempre late la creencia de la bondad moscovita, sin los dolientes moscovitas. Desde la condena fulminante de la Unión Europea y de la mayoría de los países del ámbito democrático, al rechazo de particulares –como deja ver entre nosotros, el escrito encabezado por Savater y Azúa entre otros más–; desde las sanciones económicas impuestas a Rusia, hasta cierto silencio vergonzante de los otrora 'abajo firmantes', descolocados hoy ante el movimiento imperialista del poscomunismo ruso. Como si no hubiera alguna afinidad ideológica entre el poscomunismo invasor de Putin y sus bellos y pacifistas postulados de otras ocasiones. 
Tan descolocados han quedado como quedamos los demás ante la negativa del Gobierno de Moscú para aceptar el uso de la palabra guerra, para informar a sus habitantes y súbditos del conflicto de Ucrania. Así ocurre con las frecuentes intervenciones del Roskomnadzor –un equivalente a la censura de toda la vida de toda dictadura que se precie–, que no es sino el Supervisor Federal de Medios de Comunicación. Supervisor que limita e impide el uso de la palabra guerra, y sugiere el empleo de otras expresiones edulcoradas sugeridas por Putin. Para hablar en paralelo de operaciones wspeciales, o a lo sumo de operaciones bélicas. Igual que antes, las vísperas de la invasión fueron denominadas como maniobras militares en la línea fronteriza.
En todo caso la invasión de Ucrania de 2022 no hace más que repetir la particular obsesión, soviética antes luego rusa, por invadir a los vecinos. Lo vienen haciendo desde 1956 con Hungría, lo repitieron en 1968 con Checoslovaquia, en 1999 probaron con Chechenia, en 2008 cargaron con Georgia, en 2014 practicaron con el Donbás ucraniano y la anexión ilegal de Crimea, y ahora rematan el viaje de ocupaciones con el colofón de la operación especial de Ucrania. Pura guerra.