«Fui a San Martín de Porres a por coca para mí, no a vender"

Pilar Muñoz
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Un hombre acusado de tráfico de drogas dice en la Audiencia que está «enganchado» y «no he vendido jamás», mientras que la otra encausada alega que el dinero que les pillaron cuando fueron detenidos en Ciudad Real era fruto de la venta ambulante

Los acusados, en el banquillo, escuchan con atención el testimonio de una policía nacional que intervino en su detención y cacheo. - Foto: Tomás Fernández de Moya

Un hombre y una mujer juzgados por tráfico de drogas niegan los hechos, él carga con toda la responsabilidad tras declarar en la Audiencia Provincial de Ciudad Real que la droga que le pillaron, fundamentalmente cocaína, era para su consumo porque «estoy enganchado».
Ante el Tribunal de la Sección Primera el acusado, de 31 años e iniciales O. D. E., sostuvo que fue a San Martín de Porres «a comprar cocaína para mí, no para vender. No he vendido jamás», dijo con énfasis. Él y una mujer que responde a las iniciales M.C.F. fueron detenidos sobre las 15. 45 horas del 27 de julio de 2019 en las inmediaciones de San Martín de Porres, el mercado de la droga más renombrado de Ciudad Real.

El procesado declaró que fue a una casa de San Martín de Porres a comprar cocaína, donde solía ir; pero no recuerda a quién le compraba la droga, como tampoco si eran diez o doce gramos. 

Según su versión, cuando salía de la casa se encontró con la ahora encausada que le dijo que si la podía llevar en el coche a una farmacia para comprar unos medicamentos para su hija que estaba enferma. Al poco de salir del barrio un coche patrulla de la Policía Nacional les interceptó y les echó el alto tras observar un movimiento extraño. Se pusieron al lado del vehículo hasta que consiguieron que detuvieran la marcha. Uno de los agentes les preguntó si llevaban algo que les comprometiera y el ahora acusado respondió que sí. Llevaban cocaína. En un principio les dijo a los policías que la droga era de la mujer que le acompañaba y ésta que era de él. 

Les pillaron con algo más de 10 gramos de cocaína de gran pureza y dos de heroína, así como una importante suma de dinero en metálico que llevaba la mujer entre el sujetador. Negó que el efectivo fuera el pago de dosis de drogas y adujo que era fruto de su actividad de venta ambulante en el mercadillo.

Cuando fueron detenidos se contradijeron y se echaron la culpa mutuamente, él dijo que la droga era de la mujer y ella que del otro. Ayer el hombre la exculpó y ambos contaron una versión que los policías que les detuvieron no recordaban. Dijeron que ella le pidió a él que la llevara en su coche a una farmacia a comprar medicinas para su hija enferma y, por ello, estaba nerviosa cuando aparecieron los policías. Los agentes manifestaron no recordar que refirieran que iban a la botica y sí indicaron que conocía al procesado porque es un consumidor habitual de cocaína y heroína.

Según el fiscal, se pusieron nerviosos al ver a dos policías varones y a una agente que la podría cachear, como así fue. El encausado justificó la cantidad de droga porque «me conocen mucho en Daimiel y por eso cuando compró esas cantidades para tener en el pueblo porque estoy enganchado». «¿Puede gastar 2.000 euros así?», le preguntó el fiscal Jesús Gil. «Sí porque tengo un buen negocio», respondió.
Acusación. El fiscal no creyó la versión en base a la prueba practicada y pidió dos años y seis meses de cárcel para cada uno de los acusados. Una pena «atenuada» por un delito de tráfico de drogas que causan grave daño a la salud. Además, el fiscal destacó el hecho de la pureza de la cocaína incautada, del 85,49% porque «a mayor pureza, más cantidad de dosis se pueden sacar para la venta». El dinero es un indicio más de la ilícita actividad, remarcó el fiscal.

Defensa. El abogado Miguel López, que defiende a los procesados, sostuvo que no hay prueba de cargo para enervar la presución de inocencia, que no se ha probado el delito que se imputa. No hay indicio alguno de que la droga fuera destinada a la venta porque «no es así. Son inocentes», recalcó tras mantener que el propio acusado ha reconocido que la droga era de él, para su consumo. De hecho cuando fue detenido tuvo que ser asistido al sufrir el síndrome de abstinencia. El letrado pidió la libre absolución con todos los pronunciamientos favorables.

"Doble vida". En el derecho a decir la última palabra en el juicio, recalcó que es consumidor habitual y "no me gusta que la gente lo sepa. Llevo una doble vida social y por eso compro más cantidad para no tener que ir varias veces a comprar y que me puedan ver".