La situación es disparatada. Tanto, hoy, el principal adversario del presidente de gobierno es su socio de coalición, que no pierde oportunidad de darle hasta en el carnet de identidad.
Podemos y el trío Montero, Pam y Rosell pueden pueden provocarle un inconmensurable castigo parlamentario de penosas consecuencias. De momento, se están moviendo para dejarle sin sus apoyos habituales para reformar la famosa ley del solo sí es sí. ERC, Bildu y los independentistas no confirman su voto a la reforma socialista … que sin embargo sí podría apoyar el PP porque el nuevo texto es calcado al que propuso Feijóo en el mes de diciembre.
Así las cosas, Vox, a la espera de que Tamames deshoje la margarita, dice que a lo mejor también ellos apoyan la reforma de Sánchez, y al presidente, así como al portavoz parlamentario Patxi López, se les ha puesto el pelo como escarpias; sienten terror a que finalmente la reforma de la ley Montero salga adelante gracias al apoyo de los partidos de Feijóo y Abascal. De ocurrir, se quedan sin el discurso que tanto les gusta, cuando tratan de descalificar al PP porque gobernarían con Vox, partido demoníaco.
A ver qué pasa con las conversaciones que mantiene Patxi López con los socios del gobierno. En ese tipo de negociaciones nada se puede dar por cierto hasta que llega el momento de que se cierran las puertas del hemiciclo y se inicia la votación.
Patxi López se ha apresurado a advertir que él no piensa negociar con el PP, nombrarle ese partido es como nombrarle la bicha. Cuesta creerlo en un vasco que ha perdido a un número considerable de compañeros asesinados por ETA y sin embargo no ve mal llegar a acuerdos con Bildu. Pero es que la izquierda española actual está en una situación de disparate total, y cuando eso ocurre en tiempos electorales se producen situaciones que solo quienes tienen cierta experiencia política saben cómo abordar para que no les lleve a la desaparición.
Se comprende que el PP se plantee el apoyo a la reforma que propone Pedro Sánchez, porque el nuevo texto es idéntico al que ellos propusieron, sería una incongruencia no votarlo. En cuanto a Vox, está asumido que son capaces de cualquier cosa, anda bastante a la deriva. Empezando por anunciar una moción de censura que Abascal no se atreve a capitanear, y ha acabado pidiéndoselo a Ramón Tamames, en las antípodas del perfil que gusta a los militantes y votantes de Vox.
Pedro Sánchez se ha metido en un laberinto de difícil salida: para neutralizar a Irene Montero necesita sacar adelante la reforma de la ley que promovió su ministra de Igualdad. Pero lo más probable es que para ello necesite los votos del PP, dispuesto a dárselos si mantiene el texto actual. Todo una encrucijada para un Sánchez que no sabe si es peor ser derrotado por Irene Montero, o sacar su ley contra Montero gracias a Feijóo.