Esta semana toca detenernos en algunos hombres y mujeres que no han sido reconocidos por la historia. Sus vidas permanecen silenciosas y bajo el apagado polvo que da la historia. Algunos, como Jonas Salk que fue el descubridor de la vacuna de la polio. Muchos se beneficiaron de ella. La polio era una plaga en Estados Unidos. En 1952 murieron más de tres mil personas y más de veintiuna mil sufrieron secuelas durante toda su vida. Pero, no se trató solo del descubrimiento, es que Jonas Salk rechazó cualquier posibilidad de ganar dinero con él. Cuando le preguntaron quién tenía la patente del descubrimiento, él respondió: «¿Se puede patentar el sol?». Seguro que los dedicados a la medicina conocen su nombre y lo reconocen en su gran aportación. A otros los hemos descubierto por películas, como a Oskar Schindler. Salvó a mil doscientos judíos durante el holocausto nazi. Le pusieron luz a su vida y a su heroicidad primero Thomas Keneally en la novela de ficción histórica titulada El arca de Schindler y, después, Steven Spielberg con la famosa y premiada película La Lista de Schindler. Otros como Nicholas Winton o Albert Battel también ayudaron a muchos judíos, niños y adultos frente a la barbarie nazi.
Los aficionados al cine conocerán a Hedy Lamarr. Más allá del séptimo arte patentó con George Antheil el conocido como «Sistema secreto de comunicaciones». Un sistema que cambiaba de manera programada de frecuencia y avisaba si alguien estaba escuchando. También ofreció al ejército estadounidense un sistema de comunicaciones militares inalámbricas que fue el precursor de los móviles y conexiones WiFi. 
Atentos a nuestro alrededor porque hay muchas personas brillantes que, quizá, no sabemos reconocer. Tenemos que estar muy agradecidos a tantos que contribuyen al bien y al progreso de la historia…