La inflación recorta el consumo de pescado, leche y carne

R. Chavarri / Hilario L. Muñoz
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El consumo de productos cárnicos baja en casi medio kilo al mes en 2022. Se compran menos lácteos o aceites, pero el gasto en los hogares en esos productos crece

La inflación recorta el consumo de pescado, leche y carne - Foto: Tomás Fernández de Moya

El año 2022 fue el de la inflación desbocada, en el que el IPC llegó a crecer hasta el 13,6% .Hizo falta echar la vista atrás varias décadas, hasta los años 80 del pasado siglo, para encontrar un ritmo de subida de precios como el registrado especialmente desde la primavera, primero, por el encarecimiento de la factura energética y luego por el 'contagio' de esa carrera inflacionista a la cesta de la compra. Los alimentos se han convertido en los últimos meses en el elemento del IPC que más se encarece, con subidas históricas en productos como el pan, los huevos, la leche, los crustáceos o los preparados de legumbres y hortalizas que se trasladan ya a los hábitos de consumo de los ciudadrealeños.

Así lo estima el Ministerio de Agricultura en su Panel de consumo alimentario en hogares en España. Mes a mes fija el consumo medio mensual, en litros y en kilos, de hasta 600 productos. Todo lo que cabe en una cesta de la compra que en 2022 se ha hecho más pequeña.

Los datos que utiliza el Ministerio son los que marcan 12.500 familias y que extrapola al resto de la población. En la región y en Ciudad Real, durante 2022, bajó prácticamente el consumo de todos los principales productos. Por ejemplo, la carne. Con datos hasta el mes de noviembre, el consumo bajó por primera vez de los cuatro kilos por persona al mes. Si en 2021 fueron 4 kilos justos, en 2022 bajó a 3,55. Y baja prácticamente en todo. La carne de vacuno, las salchichas, la ternera, el pollo, el ovino, el cerdo y la carne transformada, donde se incluye el chorizo o el fuet. Lo único que crece, la carne congelada de cerdo o el jamón curado, y apenas unos gramos más al mes.

Y con la carne baja también el consumo de pescado. En 2020 estaba en 1,9 kilos por habitante, en 2021 se redujo a 1,82 y en 2022 se queda en poco más de un kilo y medio al mes. También entró menos aceite en la cesta de la compra, menos hortalizas y menos fruta, además de menos cerveza, e incluso, menos vino y también menos refrescos de cola.

La nutricionista Blanca Calatayud recordó que hay «muchas maneras de hacer un menú equilibrado», un consejo que da en su consulta donde suele recomendar «utilizar una alimentación local, productos de la zona, y que cubran las necesidades individuales con cantidad suficiente de grasas, proteínas, hidratos, vitaminas y minerales». Ante la bajada del consumo de ciertos productos, apuntó que cuando una familia quiere comer menos carne o pescado, sea por motivos económicos o culturales, Calatayud suele subir la cantidad de otros alimentos que puedan proporcionar nutrientes que sean parecidos, en el caso de la carne o el pescado, las legumbres.

«No hay problema en tomar menos carne o pescado, siempre que se consuman otros alimentos que cubran», y en este caso apuntó a frutos secos y legumbres, recordando que puede servir para evitar un consumo de carne de «peor calidad» por las familias. «Podemos consumir poca carne o poco pescado», hay quienes se lo piden en su consulta y en este sentido dijo que se abarata el carro de compra y no empeora la salud.

El problema es que esa bajada del consumo no llegó acompañada de un abaratamiento de la cesta de la compra. Los ciudadrealeños se gastaron, el año pasado, de media, 118 euros, prácticamente la misma cantidad que en 2021 y seis euros menos que en 2020 comprando un ocho por ciento menos. Donde más bajó el gasto, en la pescadería. Casi dos euros menos por habitante al mes. En la carnicería, otro euro menos. La inflación se notó en productos como la fruta, los platos preparados, el aceite, la leche o las galletas. En todos el consumo bajó, pero el gasto por habitante creció. En la fruta se fueron casi medio euro más al mes, aunque se compró 800 gramos menos. En el caso del aceite, el consumo bajó el 16% y el gasto subió un 24%, mientras que en el caso de la leche, los castellanomanchegos gastaron un 23% más en comprar medio litro menos al mes.