El joven que renunció a Boca por el balonmano

Ana Belén Jiménez / EFE
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El argentino Ramiro Milano renunció al mundo del fútbol para dedicarse al balonmano, pese a nacer sin mano izquierda

El joven que renunció a Boca por el balonmano - Foto: Manuel Bruque

Ramiro Milano es un joven argentino de 18 años que dedica su vida al balonmano en España. A pesar de partir con la clara desventaja que supone haber nacido sin la mano izquierda.

"Desde chiquito siempre pensé en cómo sería todo si tuviera la otra mano, pero la verdad es que me adecué a la vida y cuando me decidí por el balonmano, ni se me vino a la cabeza este asunto. Yo vivo la vida así", cuenta Milano.

El joven, natural de Buenos Aires, entrena ahora en el CB Mislata de esta localidad próxima a Valencia, que cuenta con un equipo en la segunda categoría nacional.

El joven que renunció a Boca por el balonmanoEl joven que renunció a Boca por el balonmano - Foto: Manuel Bruque

Pero en un inicio, Ramiro pasó por las canteras del Boca Juniors y el FC Barcelona. Ahora recuerda "la elevada presión" a la que se veía sometido en las filas del mítico club argentino y luego en las del catalán, que le fichó en su academia de Buenos Aires.

"La diferencia entre el mundo del fútbol y el del balonmano es abismal. El fútbol me requería muchísimo sacrificio. Todo el que está dentro de ese mundo lo sabe, mientras que el balonmano es mucho más familiar", indica.

 

Ningún impedimento

Cuando tenía 12 años, Ramiro le confesó a su padre, Guillermo Milano, que era entrenador de balonmano, su intención de apostar por ese deporte y aunque a primera vista partía en desventaja al carecer de una mano, esa circunstancia no le supuso un impedimento, sobre todo gracias al apoyo de su familia.

"Aunque al principio le sorprendió mi decisión por la gran pasión que sentía por el fútbol, mi padre me dijo que me apoyaría en todo lo que me hiciera feliz. A partir de ahí, empezamos poco a poco y hasta hoy, que se ha convertido en lo más importante en mi vida", afirma el joven jugador.

Milano se define, tanto fuera como dentro de la pista, como un luchador al que "no le detiene nada", pues después de quedar fuera de las listas de la selección argentina, decidió hacer las maletas y plantarse en Mislata acompañado por su padre para perfeccionar su nivel y lograr entrar en la selección. La propuesta de incorporarse al equipo de la localidad llegó por parte del presidente del club, Mauro Longarini, un buen amigo de su padre, quien le animó inicialmente a participar en un torneo, pero luego llegó la invitación para permanecer en el CB Mislata.

"Todavía tengo 18 años y no he ganado nada, pero sí que puedo decir que no bajo los brazos ante nada, porque si confías en ti y quieres llegar, vas a hacerlo y nada te tiene que detener", concluye.