Incombustible Parada

Eduardo Gómez
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A sus 55 años el jugador del Poblete es el futbolista federado más veterano y asegura que la clave para permanecer tanto tiempo al pie del cañón es no perder la ilusión

José David Parada posa con su licencia federativa. - Foto: Rueda Villaverde

José David Parada es, a sus 55 años, el futbolista federado en activo más veterano de Castilla-La Mancha y, a buen seguro, de todo el país. «Cuando pierda la ilusión de ir a entrenar me retiraré, pero es que me siento como un chaval de 20 años», explica para justificar una trayectoria que comenzó cuando apenas tenía 10 años en el barrio madrileño de Vallecas.

El fútbol y el circo son sus grandes pasiones, a las que ha dedicado toda su vida y que han forjado una personalidad singular, que sorprende a los más jóvenes por su dedicación y empeño. La pandemia fue un obstáculo más dentro de una trayectoria que conoce en primera persona las dificultades de la vida. Por eso, se toma con naturalidad el hecho de que por su trabajo en el circo no pudiera tener una oportunidad en el fútbol profesional.

Media punta o centrocampista organizador, jugó en equipos de Andalucía como el Portuense o el Cádiz, y haciendo la mili se enroló en el Badajoz. Incluso llegó a comprometerse con el Manchego cuando militaba en Segunda B, aunque finalmente no llegó a jugar por incompatibilidad de horarios con su dedicación profesional en el circo.

Incombustible ParadaIncombustible Parada - Foto: Rueda VillaverdeAsí, tenía que jugar en los equipos de aquellas ciudades o pueblos donde el circo realizaba cada temporada de funciones, hasta que finalmente, con una edad en la que para la mayoría se entra en el ocaso de su carrera, él encontró acomodo en equipos de la provincia como Las Casas o Poblete, donde lleva ya jugando más de dos décadas y el club donde desea retirarse. «La placa de reconocimiento por mi trayectoria debe estar ya llena de telarañas», bromea, para añadir que sigue sin plantearse en serio colgar las botas porque «el fútbol es parte de mi vida y mantengo la ilusión. No me pierdo ningún entrenamiento y, si puedo, allí estoy el primero».

 «Es un ejemplo para todos, para jóvenes, veteranos y técnicos. Le veo entrenar con la misma ilusión que a los chavales de 18 años y yo, que he sido también jugador, me da hasta envidia sana. Es una persona excepcional en todos los sentidos, en lo deportivo y en lo humano», relata su actual entrenador, Kiko Peña.

Muchas cosas han cambiado en este deporte desde que él diera sus primeras patadas al balón. «Ahora todo es más táctico», resume, y si se le cuestiona por la evolución del material o de los terrenos de juego una anécdota rápidamente llega a su mente: «En el anterior campo de tierra de Poblete, cuando llovía, yo me dedicaba a secar los charcos porque no podía consentir que el árbitro aplazase el partido. Teníamos un foco de luz, dos balones y una palangana para lavarnos. Con eso nos apañábamos», detalla.

Incombustible ParadaIncombustible Parada - Foto: Rueda VillaverdeSonríe al recordar cómo en muchos campos sigue oyendo desde la grada gritos como: '¡viejo, abuelo, retírate!'. «Cuando acaba el partido me aplauden y dicen, ¡joder con el abuelo! ¡Cómo juega! Pero es que es verdad, soy abuelo, tengo cuatro nietos, y de lo más grande que me ha pasado ha sido poder compartir equipo con mi hijo y con mi yerno», continúa.

AGRADECIDO A SU FAMILIA. Hombre tremendamente familiar, agradece la comprensión durante todos estos años, especialmente de su mujer, Azucena, que incluso en momentos realmente complicados no tuvo impedimentos para que él pudiera seguir dedicándose al fútbol. «Ella sabe que el fútbol es parte de mi vida. Nunca he probado las drogas, pero para mí es eso, una droga, no puedo vivir sin este deporte».

Se declara seguidor del Real Madrid, «pero no forofo. Si pierde no me enfado, que se enfaden ellos y corran más», y considera que su ejemplo como jugador es Emilio Butragueño «porque era un caballero dentro del terreno de juego. En ese aspecto también me gustaba mucho Raúl». 

El choque generacional de compartir vestuario con compañeros que incluso son más jóvenes que sus hijos tampoco es ningún problema para él, conocedor como pocos de los entresijos de un vestuario. 

De alguna manera predica con el ejemplo, colaborando con todos y siendo el primero en ayudar o echar una mano en lo que haga falta. 

Baste un ejemplo que expone su técnico: «El preparador físico ordenó un ejercicio que consistía en dar cinco vueltas sobre sí mismo. Él entendió quince en vez de cinco y no rechistó. Dio las quince vueltas y acabó por el suelo y mareado, pero no protestó. Su entrega es total».

Esta temporada está siendo muy especial para él. Comenzó jugando con su hijo, aunque éste por motivos laborales tuvo que dejar el equipo. Después sufrió una lesión muscular de la que ha terminado ya de recuperarse y ahora, como uno más, intenta convencer al técnico para ganarse la titularidad. «Es uno más dentro del equipo», advierte su entrenador y él así lo recalca. «Somos una familia y entre todos nos ayudamos. No faltan las bromas y el buen ambiente». El Poblete es ahora mismo noveno en el Grupo II de segunda Autonómica, la categoría más baja del fútbol regional y donde tras la pandemia están equipos de gran tradición de la provincia, como el Bolañego, Corraleño, Santa Cruz, Piedrabuena o La Estrella, por citar alguno de ellos.

Su experiencia en el circo le ayuda también a hacer equipo. Trapecista hasta hace unos años, ahora muestra sus habilidades como mago y payaso. Los sacrificios de ese mundo circense le hacen valorar los pequeños detalles, por eso insiste a los más jóvenes que disfruten de las oportunidades.

Del fútbol se queda con la cantidad de amigos que ha hecho, de personas y lugares que ha conocido. Se emociona al recordar a los que ya no están aquí y considera que sólo por eso merece la pena la cantidad de sacrificios realizados durante todos estos años. «Los volvería a hacer», de eso estoy convencido», afirma con rotundidad.

Es ley de vida y sabe que más pronto que tarde le llegará la retirada, pero confiesa que nunca ha pensado cómo será ese momento ni mucho menos tiene claro cuándo se producirá. Ilusión es la palabra clave y, de momento, en su caso sigue intacta.