José Luis Loarce

Con Permiso

José Luis Loarce


Museo, 1982

22/03/2022

Cuarenta años acaba de cumplir el Museo Provincial. Los mismos que la Ley que aprobaba la creación de la UCLM en el Congreso y el Mundial del Naranjito y los 202 diputados de Felipe y la creación del CDS de Suárez y hasta la dimisión de Carrillo del PCE. La Transición iba quemando etapas y personajes que la protagonizaron y levantando otros, pero la provincia seguía teniendo un Museo Provincial en el aire: creado en los papeles desde 1972, con director oficial desde el 74, con edificio terminado en 1977 pero vacío y cerrado. Líos de competencias y legales entre administraciones, ministros que pasaban por el cargo pero no había manera; hasta marzo de 1982, inaugurado por la última titular de Cultura de UCD, Soledad Becerril.
Su director por oposición, Rafael García Serrano, profesor mío en el Colegio Universitario, varias asignaturas, Prehistoria, Etnología, Historiografía, qué lucha, qué entusiasmo, cómo nos iba relatando su quimérica aventura, planos, proyectos, ilusiones. Andalucí jienense, de una ironía sabia, sus atrevimientos y modernidades rozaban a veces con las inercias funcionariales del pasado. Rafa organizó en solitario, sin presupuesto, actividades, conciertos, el Ministerio de Cultura estaba lejos —hasta el 84 no será la transferencia a Castilla-La Mancha—, buscaba patrocinios en la cerveza Calatrava, la Caja Rural, donde fuese, invitaba en su casa a los conferenciantes. Buscó materiales, obras, depósitos, su aproximación a los pintores jóvenes le provocó algún desencuentro con el arte establecido; conseguiría llenar cuatro plantas, incluyó el diseño gráfico y la fotografía en esa primera colección permanente, pero antes de abrir creó una editorial del Museo con colecciones poéticas (Faciendo la Vía del Calatraveño, publicando a jóvenes líricos o traducciones del griego), de monografías, diapositivas, dando a imprenta en el 79 el panfletito tan borde y necesario de Nino Velasco, Ciudad Real, mi amor, 54 páginas, del que por órdenes superiores hubo de quitar el crédito editorial de Museo en los siguientes ejemplares (Pepe Rivero, en un artículo casi 20 años después, llamó a Nino cazador furtivo en una ciudad que era coto vedado).
Entonces éramos más valientes y arriscados cazadores furtivos a pecho descubierto, jóvenes sin autocensura ni cancelacione. Y, con disculpas por la autocita, hasta uno lo celebraba en la portada de la Hoja del Lunes de ese esperado día —no creo verme nunca con un artículo de opinión en primera—, Abrir un Museo, que sirviera para informar, discutir, cuestionar, desmitificar, avanzar en la cultura. Cuatro décadas que el propio centro ha recordado con tres vitrinas en su primera planta, fotos, muestra de publicaciones, etiquetas con las siglas MCR en piezas exhibidas entonces, y sacudiéndome inmisericorde hacia una memoria necesaria. Y justa.