«He hecho lo tenía que hacer», dijo el reo tirando el arma

Pilar Muñoz
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La Guardia Civil cree que el homicida de Daimiel primero mató a la hija de su mujer al salir en defensa de ésta y después salió tras ella y la remató en el rellano

«He hecho lo tenía que hacer», dijo el reo tirando el arma - Foto: Tomás Fernández de Moya

«Lo que tenía que hacer, ya lo he hecho», les dijo Manuel José Yébenes a los guardias civiles y al policía local que acudieron a su vivienda, en el número 38 de la calle Arenas de Daimiel alertados por los vecinos y lo encontraron ensangrentado con un cuchillo en la mano. Le conminaron a tirar el arma al suelo y fue cuando les dijo que no se preocuparan, que no iba a hacer nada porque ya había hecho lo que tenía que hacer. «Me han arruinado la vida», les dijo a los agentes tras admitir desde el primer momento que había matado a su mujer Ana Belén Ledesma, de 46 años, y la hija de ésta, Ana María Pérez Ledesma, de 18.

Los agentes atestiguaron en la tercera sesión del juicio con jurado que se celebra en la Audiencia Provincial de Ciudad Real que Manuel José Yébenes estaba «apaciguado», «ausente», pero «coordinaba». Poco antes, la cuñada del procesado declaró que es un hombre apocado, retraído, sin capacidad de administrar su dinero. Se dedicaba a trabajar de pintor con su hermano, con cuya familia prácticamente vivía, salvo por la noche que iba a dormir a su casa de la calle Arenas.

No había tenido pareja y dejó la soltería a los 54 años cuando conoció a Ana Belén, a quien mató de nueve cuchilladas la mañana del 13 de febrero de 2017. Los agentes de la Guardia Civil que subieron ayer al estrado coincidieron en base al rastro que dejó la sangre en que la agresión se produjo en cuatro escenarios: cuarto de baño, comedor, pasillo y rellano.

Según la hipótesis de los investigadores, Manuel y Ana Belén discutieron por un problema económico, por los supuestos gastos excesivos de la mujer que un par de años despilfarró 300.000 euros. «Había malestar, discutieron y la hija salió en defensa de la madre y acabó con su vida, saliendo después en busca de la madre» a quien remató en el rellano en la puerta de una vecina a la que trató de pedir ayuda. «Debió ser testigo directo y en lugar de huir hacia la calle, optó por pedir auxilio a la vecina, primero llamó a una puerta y luego a otra, sin que nadie abriera. Debió pensar que si corría escaleras abajo la cogía y por ello llamó en busca de auxilio», declaró el guardia civil secretario de las actuaciones, quien aseguró que Manuel José Yébenes reconoció ser autor desde el primer momento aunque no detalló cómo ocurrieron los hechos.

 Los agentes coincidieron en que el encausado es un hombre apocado, que repitió que las tenía que matar porque le habían arruinado.

Su cuñada describió a un hombre callado, tímido, huraño, desabrido y con problemas psicológicos, sobre todo después de que sufriera un infarto. «Cayó en depresión, su cabeza no funcionaba. Tenía pensamientos suicidas», aseguró la testigo, quien añadió que estaba en tratamiento psicológico. «Es un hombre que no demuestra sentimiento, jamás le visto reír, ni expresar sentimientos». Por ello, les extrañó cuando se enteraron de que se había casado.

De forma rotunda aseveró que la víctima contrajo matrimonio con Manuel Yébenes «por interés» y que anteriormente lo había intentado con otros hombres. «¿Por qué está tan segura?», preguntó un letrado de la acusación particular. «Por qué lo sabía su círculo de amigos, todo el mundo lo sabía en el pueblo», manifestó en relación a que la historia de su cuñado era la comidilla del pueblo.

La cuñada afirmó que testó en favor de Ana Belén y que les mintió cuando les dijo que la casa era para los sobrinos.

Manuel Yébenes dejó de trabajar, «pusieron un pub en diciembre, para la hija, y Semana Santa ya estaba cerrado», testificó. Abundando en esta tesis, aseguró que Ana Belén y su hija «hacían compras desorbitadas» y que el procesado le dijo a su hermano días antes de los hechos que le había arruinado.

Ayer también testificaron la psicóloga del Centro de la Mujer de Daimiel que dijo que el 1 de febrero Ana Belén fue para consultar sobre el divorcio. «Llegó muy nerviosa, dijo que llevaba tres años casada y que veía a su marido muy intranquilo por motivos económicos. Dijo que la insultaba y que le decía se fuera de la casa, que él se quería divorciar». Le dieron cita para el 15 de febrero, pero murió el 13. Dos testigos de última hora declararon que Ana Belén tenía miedo. Se trata de la dueña del bar donde iba la víctima y una amiga de la pareja. 

Uno de los agentes aseveró que Manuel Yébenes «se ensañó» con su mujer y la hija de ésta a juzgar por cómo estaban los cuerpos y las heridas que presentaban.