Juan Villegas

Edeumonía

Juan Villegas


El aprendizaje por competencias (I)

25/11/2022

La Real Academia Española ha denunciado hace unos días que la nueva prueba que el Ministerio de Educación está preparando para sustituir la actual EVAU «reduce considerablemente los contenidos de lengua y literatura que los estudiantes deben dominar». Esta es una crítica más que se añade a la cascada de posiciones contrarias que desde distintos ámbitos está recibiendo la nueva ley educativa desde los comienzos de su elaboración hasta hoy, cuando faltan aún algunos aspectos importantes todavía por desarrollar e implantar. Con gran irresponsabilidad se están desoyendo y desatendiendo las voces de expertos y del profesorado que se levantan contra un sistema educativo que día tras día ofrece muestras más que evidentes de un deterioro importante y que advierten del fracaso de un determinado modelo teórico. Estas no son las voces de "profesaurios" ni de reaccionarios que se resisten con uñas y dientes a los cambios y a la investigación pedagógica, sino las voces de profesionales que conocen desde dentro de las aulas lo que realmente está ocurriendo. Profesionales que llegaron a la educación con vocación e ilusión, entusiasmados con una profesión difícilmente comparable con cualquier otra y que burócratas o gente que nunca ha entrado en un aula o se fue de ellas porque no lo aguantaban la están  haciendo en el día a día muy difícil de sobrellevar. 
   El fondo de las críticas más serias a la Ley Celáa tiene que ver con un elemento que es fundamental en la arquitectura del nuevo edificio educativo y en torno al cual se van articulando el resto de las partes del sistema (como es el caso de la nueva EVAU): se trata del concepto de aprendizaje basado en competencias. Este nuevo enfoque del aprendizaje supone una revolución copernicana en el mundo de la educación, revolución que consiste básicamente en hacer girar toda la actividad educativa ya no sobre la transmisión del conocimiento sino sobre el desarrollo de las capacidades y las competencias del alumnado. La adquisición de conocimientos se convierte en algo accesorio, deja de ser importante, y, por el contrario, toda la acción educativa  va dirigida  ahora a que los alumnos adquieran una serie de competencias, competencias a la que se pretende llegar, curiosamente, sin necesidad de aprender nada. Se trata de «aprender a hacer», «aprender a aprender» aunque no se sepa el por qué y el para qué de lo que se hace, frases impactantes que solo encierran humo.
    Una de las consecuencias de esta nueva pedagogía que hunde sus raíces en el Mayo del 68 francés,  y que asume algunos de  los principios posmodernos como el escepticismo y la renuncia a la racionalidad, es, entre otros perniciosos efectos a los que me referiré en próximos artículos, un enfoque ultraliberal y extremadamente individualista de la educación y de la sociedad. No debería olvidarse que las instituciones educativas tienen su origen en la necesidad de asegurar la transmisión entre generaciones del caudal de saber y conocimiento que con gran esfuerzo las sociedades han ido conquistando a través del tiempo. En este sentido, la educación encierra un acto profundo de solidaridad donde el aprendiz recibe algo que él no ha creado ni generado y que lo recibe asumiendo la responsabilidad para con el grupo de ampliar y de trasmitir a su vez a la siguiente generación. La historia del saber humano es la del esfuerzo conjunto por ir conquistando terreno a la oscuridad y por ir convirtiendo en habitable a través del conocimiento un entorno que le resulta extraño y en muchos casos hostil. Los logros conseguidos por cada generación, esta los conserva y los entrega a la siguiente.  En la esencia de la acción educativa está el ser regalo y  entrega generosa del conocimiento de una generación a otra. La educación no consiste en tener que descubrir nuevamente todo. La nueva pedagogía que sufrimos  pretende convertir al alumno en absoluto protagonista del conocimiento al querer situarlo en el punto cero del saber para que se sienta protagonista del descubrimiento y autor de su conocimiento.  Se exalta  la importancia de la autonomía y se niega el valor de la solidaridad intergenaracional y de la interdependencia, contribuyendo con ello a hacer desaparecer la conciencia comunitaria de quien recibe y entrega,  buscando convertir la educación en una actividad estrictamente individual, en la que desaparece la figura del profesor, -al que previamente se ha puesto bajo sospecha, se ha deslegitimado y se ha anulado- como principal transmisor de algo que no es de uno ni de otro,  sino la  conquista de toda una comunidad.