Mayasa tratará mercurio en 2022 tras tres años de pruebas

Ana Pobes
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Aunque la empresa pública finalizó el montaje de la planta en 2018, el fallo en uno de los reactores y la llegada del COVID obligó a retrasar la puesta en funcionamiento de un proyecto único en el mundo

Mayasa tratará mercurio en 2022 tras tres años de pruebas

Minas de Almadén y Arrayanes SA (Mayasa) finalizó en agosto de 2018 la planta de estabilización del mercurio. Desde entonces, el objetivo de la empresa, que forma parte de la Sociedad Estatal de Participantes Industriales (SEPI), accionista único de Mayasa, era ponerla en funcionamiento lo antes posible.  La intención de la empresa pública era que la planta empezara a funcionar ese mismo año, en 2018, pero tras los fallos registrados en uno de los reactores durante la realización de las pruebas previas a la puesta en marcha de los equipos y la instalación y la llegada del COVID,  que retrasó la recepción del  nuevo reactor, obligó a la empresa a marcar en rojo una nueva fecha en el calendario.

Ahora, y tras más de tres años de pruebas, Mayasa apunta a finales de marzo de 2022 para su puesta en marcha. Será entonces, cuando la planta de estabilización de mercurio que albergará la localidad de Almadén empiece a funcionar de no producirse ningún otro contratiempo. Así lo afirma a La Tribuna, el director de actividades Javier Carrasco, Minas de Almadén y Arrayanes SA, quien reconoce el gran retraso que lleva su puesta en marcha. Y es que, el proceso de pruebas es un paso clave para que la planta de estabilización del mercurio esté funcionando a pleno rendimiento para aceptar, analizar, depurar, envasar, almacenar y expedir mercurio metálico con las máximas garantías de seguridad ambiental y laboral. No valen los errores, y todo tiene que estar perfectamente estudiado y  al milímetro para un proyecto de I+D+i «único y sin referencias en otros países».  

La planta se enclava en el paraje Las Cuevas, a unos diez kilómetros del casco urbano del municipio y donde se encuentra instalado el antiguo almacén comercial para la exportación del mercurio. Con una inversión de tres millones de euros, financiado íntegramente por la Sociedad Estatal de Participantes Industriales (SEPI), la planta tratará 320 toneladas de mercurio metálico al año para soldificar y dispone de una capacidad de 1.500 toneladas. Cifras a las que también hay que sumar la creación de puestos de trabajo, ya que el empleo va también ligado al proyecto.

El proyecto tiene su germen en la entrada en vigor del reglamento que prohibe la exportación del mercurio y la obligación de almacenar excedentes. Está diseñada para llevar a cabo los diferentes procesos de eliminación del mercurio metálico, hasta formar un cemento polimérico como producto  final. Este material es un sólido inerte, más resistente que el mortero, con una baja porosidad e impermeable.  De tal forma que la iniciativa supone para Mayasa una nueva línea de negocio que podría llegar a convertirla en referente a nivel mundial en el tratamiento de estabilización de metales tóxicos y peligrosos, asegurando así una actividad económica sostenible en una comarca especialmente deprimida.

el proceso. Durante el proceso el cien por cien del metal se combina, el consumo de energía es bajo, no hay consumo de agua y no se generan efluentes ni residuos diferentes del producto final. Este material no produce emisiones a la atmósfera, es mucho más estable que el cinabrio natural y en contacto con el agua produce un nivel de mercurio en los lixiviados que, de acuerdo a la norma UNE-EN-12457, permite clasificarlo como sólido no peligroso. En la planta todas las operaciones en las que intervenga el mercurio estarán confinadas, trabajando en condiciones de depresión con un sistema de ventilación que fuerce la salida del aire a través de un banco de filtros. La planta tendrá un funcionamiento semiautomático, con un sistema de control que permita al operador realizar las diferentes funciones a distancia desde una sala de control como así informa Mayasa en su página web.