José Luis Loarce

Con Permiso

José Luis Loarce


Goyas para aburrir

15/02/2022

Creo recordar que la última vez decidí no repetir. Pero nada. Caigo otra y otra vez. No vaya a ser que la conciencia cinéfila se resienta por haberme perdido algo. Aunque lo que perdí en los Goya 2022 fue tiempo de sueño y paciencia. Y es que, además de los preliminares de La 1, de casi tres horas y media de agradecimientos infinitos y dedicatorias a todas las madres, de galas y plumas exhibicionistas, y para rubricar que la última de Almodóvar —una película fallida y paupérrima en taquilla, pese a las dos nominaciones al Óscar— se iba de vacío, es demasiado. Digo yo. Ah, ¿y el anunciado homenaje a Berlanga dónde estaba?
No sé si habrán reparado en lo siguiente. A uno le gusta acabar las películas con sus créditos finales incluidos, aunque en algunos cines tengan la fea costumbre de dar la luz y en televisión los eliminen directamente; y he observado la inacabable relación de nombres y funciones, desde el último tramoyista al conductor que llevó una vez a la primera actriz al aeropuerto, agradecimientos del director, del productor, repeticiones de nombres, localidades y patrocinios. Algo que no sucede en las producciones extranjeras en absoluto.
Y el otro detalle, en esta cuestión, que nos diferencia es la cursilería blandengue y sobreactuada en las entregas de los Goya. Hacen un cine duro y sombrío a veces, cortado a cuchillo y necesariamente crítico, de mirada diferente y muchas veces descarnada, pero cuando les entregan el busto de Goya se derriten en tópicos y guiños familiares que debían dejar sólo para sus íntimos, pues ni nos importan ni tenemos derecho. (A estas horas supongo que habrán acabado el mitin los premiados a la Mejor Película de Animación…) No me consta que los Bafta, los César o los Donatello de nuestro entorno sufran esta intoxicación de melaza autocomplaciente en plena madrugada. ¿Complejo de inferioridad avivado por la pandemia? ¿Falta de soportes reivindicativos? ¿Oportunismo naif? Un poco de todo.
Confieso que me reí con El buen patrón, aunque le sobraron nominaciones y premios. Eché de menos reconocimiento para las formidables Josefina y Tres, y sus soberbias protagonistas respectivas Emma Suárez y Marta Nieto, de lo mejor del año. Increíble que Aitana siga sin tener un Goya o que no premiaran la revelación de Almudena Amor, un amor. Todo es opinable. Como haya a quien le estomague la pareja feliz en collera a los Óscar, pero son tan excelentes actores que se les perdona incluso su declaración de amor en público, cuando todo el mundo se divorcia o amenaza con romper fronteras. El cine dicen que también es esto: aburrirse hasta las tantas. Y si al menos nos quedará la voz raspada de Sabina.