Cuántas zonas de oscuridad hay en el mundo? Hablamos de violencia, de injusticia, de subdesarrollo, de opresión. Estamos focalizados en la guerra Rusia-Ucrania, como si solo con ella se nos pudiera quitar el sueño. Claro, es la más cercana y la que más nos está afectando, pero Afganistán, Etiopía, Yemen, Haití… Podríamos seguir. Hay tantos conflictos, tan crueles, tan injustos, que podríamos tener la tentación de vivir con desesperanza. Podríamos. 
También existen, y están muy vigentes, los conflictos cercanos, los que provocan muertes directas igual de sangrientas y conmovedoras como las que producen las guerras y el terrorismo, pero menos numerosas. La vida no se mide en números. 
Desde el parlamento, en el que debería ser exigible la ejemplaridad en todo, un fair play social, digamos, hasta la relación más cotidiana. Cuando alguien levanta la mano o lanza el dardo afilado e hiriente de la palabra. En todo sufrimos violencia, exceso, extremos, heridas y muerte. Incluso en nuestro interior reconociendo nuestra impotencia en tanto. Las limitaciones que nos hacen sufrir, el pecado. Siempre la desesperanza, la sombra del fracaso que sobrevuela permanente. 
La solución no la encontramos en vivir como si el mal, la guerra, la muerte, el pecado no existieran. El único camino lo encontramos en reconocer con serenidad sombras y luces en todo. No existe un mundo ideal o perfecto sin guerras ni conflictos, pero sí un mundo en el que el mal va siendo superado. Cada día es motivo de nueva esperanza.