Calmar el mayor dolor que existe

Hilario L. Muñoz
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Ciudad Real opera a una decena de pacientes del trigémino al año. Una intervención complicada que se apoya en técnica y tecnología

Una simple brisa o afeitarse puede desencadenar una crisis de dolor a quien padece del trigémino. Se trata de una enfermedad de la que se diagnostican unos 2.000 casos en toda España al año y que va en aumento, porque suele estar relacionada, entre otros factores, con la edad, afectando más a mujeres que a hombres, a partir de los 60 años. «Es el peor dolor que se puede llegar a sentir», explicó el doctor Jorge Calle, encargado en la provincia de Ciudad Real de realizar la única intervención quirúrgica que calma el dolor cuando el resto falla, lo hace solo de forma temporal, de unos meses a un año, con una operación que necesita técnica, «una curva de aprendizaje larga», y tecnología, un equipo de radiografías, para acceder al nervio.

Para llegar a esta intervención, que básicamente consiste en dañar el nervio con calor, el paciente ha pasado antes por la valoración del médico de familia, luego por neurología o neurocirugía, después por un tratamiento farmacológico que no ha dado resultado y por último por el quirófano. «Muchos de los pacientes los controlamos con técnicas más sencillas, como la toxina botulínica», que se pincha al nervio y hace desaparecer el dolor un tiempo, pero en aquellos en que no funciona esta operación que realizan tres hospitales de la región es la única solución, indicó la coordinadora de la Unidad del Dolor, Iris de la Rocha.

La técnica consiste en introducir una aguja en la piel, a través del cielo de la boca, hasta llegar al ganglio de Gasser, que es «el que coordina o transmite la estimulación en la cara». Ahí radica la dificultad porque un error puede desencadenar un fallo fatal. Cuando se llega a ese punto se quema el nervio induciendo calor a 80 grados. «Teniendo en cuenta que es un dolor de los más severos que existen, lo que tenemos para estos pacientes es una posibilidad de mejorar». Se trata de ofrecer de unos meses a un año con menos dolor. «Puede parecer un periodo corto, pero teniendo en cuenta que es el peor dolor existente, es un gran alivio». Pese a lo complicado, hay varias medidas de seguridad en la intervención y al realizarse con anestesia, los pacientes se van a casa unas pocas horas.

El doctor Jorge Calle opera a un paciente del trigémino con el apoyo de radiografías.El doctor Jorge Calle opera a un paciente del trigémino con el apoyo de radiografías. - Foto: Rueda VillaverdeEl problema es que la operación se debe repetir, de ser necesario, porque se daña el nervio, pero este se regenera y el dolor acaba volviendo. «Los nervios son caprichosos, hay lesiones nerviosas que no se pueden recuperar, como la medular, pero hay otros, como este caso, que tiende a regenerarse», ya que la lesión provocada calma el dolor, pero no elimina del todo la sensibilidad de la cara.

Una técnica más. El dolor del trigémino es una más de las técnicas que se emplean en la Unidad del Dolor de Ciudad Real, donde trabaja un equipo multidisciplinar que todos los días cuenta con dos consultas de intervención, con ecógrafos, y por la tarde con otra de radiología, como la utilizada para el trigémino, ante el volumen de pacientes con dolor que se tratan en Ciudad Real. Más de 1.300 pacientes nuevos llegaron a la unidad el pasado año, lo que da muestra de la importancia en una población cada vez más envejecida que tienen estas técnicas de diagnóstico. 

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Detalle de la operación donde se aprecia el ganglio de Gasser.
Detalle de la operación donde se aprecia el ganglio de Gasser. - Foto: Rueda Villaverde
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Calmar el mayor dolor que existe - Foto: Rueda Villaverde
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Calmar el mayor dolor que existe - Foto: Rueda Villaverde
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Calmar el mayor dolor que existe - Foto: Rueda Villaverde