El Belén Municipal acaba de tomar su forma de cara a su inauguración este sábado con unos trabajos que han estado marcados por la presencia de la pandemia, que ha obligado a reducir la superficie de la composición para ampliar los pasillos y zonas de paso a su alrededor y también ha hecho necesario organizar lo que uno de los directores técnicos del montaje, Jesús Torres, define como «grupos cápsula»: grupos de trabajo de pocos miembros que sólo se relacionan entre ellos.

A pesar de ello y de que algunos miembros de la Asociación de Belenistas, como el propio Torres, enfermaron de COVID-19, el trabajo avanzó bajo la dirección del presidente del colectivo, Antonio Vich.

La reducción en superficie en el patio del antiguo casino no resta espectacularidad al belén municipal, que este año tiene una altura de 3,5 metros y en un estudiado trabajo de perspectiva para destacar las murallas de Jerusalén y su templo, «absolutamente fidedignos a la realidad histórica», subraya el presidente de la Asociación de Belenistas.

Un belén a base de altura y perspectiva - Foto: Rueda Villaverde

El conjunto cuenta con más de 350 figuras, de las que unas 200 son humanas, con escalas que van desde los tres a los 35 centímetros.

Las distintas escenas se han desplegado como un homenaje a las personas que trabajan sobre la pandemia y a los enfermos; como la búsqueda de alojamiento de José y María en una desierta calle de Belén como recuerdo del confinamiento; la visita de los Reyes Magos a los enfermos junto a las piscinas de Siloé, o la despedida de unos ancianos de sus nietos para seguir la llamada de un ángel.

De hecho, Melchor, Gaspar y Baltasar están presentes en varias de las escenas y aportan elementos sorprendentes al conjunto, como la presencia de tres elefantes en su comitiva. Piezas que Vich destaca que han sido elaboradas por miembros de la asociación.

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Al mismo tiempo, el belén municipal se ha situado de modo que se eviten los cruces entre los distintos grupos. Así, quien desee contemplar la instalación deberá entrar al edificio por el balcón que se abre al Prado, por la puerta más cercana al antiguo salón de baile, rodear el nacimiento por tres de sus cuatro lados y abandonar el edificio por el mismo balcón, pero saliendo por la puerta más alejada del salón diseñado por Sebastián Rebollar.