José Rivero

Doble Dirección

José Rivero


Topar y petar

25/05/2022

Ya saben ustedes la enorme capacidad evolutiva de la lengua, o de las lenguas en sus manifestaciones y presencias. Capacidad evolutiva y modificativa que las transforma y las dota de la plasticidad de la arcilla. Aunque la arcilla siempre deje la huella de la mano del alfarero, cual si fuera una firma de autor. Aunque la lengua y sus hallazgos, ni tenga autoría propia. La capacidad evolutiva de la lengua que bien adopta e incorpora expresiones populares –extraídas de la jerga y del argot, y luego incorporadas al uso con normalidad creciente– que poco a poco son normalizadas y formalizadas por el uso normalizador y sancionador. O bien, incorpora expresiones extranjeras –los antiguos extranjerismos e incluso, los llamados barbarismos–. 
Este es el caso que nos ocupa, como podríamos aportar –incluso ustedes mismos podrán hacerlo mientras leen estas líneas– otros más. Incluso, barruntar algunas palabras que eclosionar mañana y hoy sólo son un susurro de uso menor y lateral.
Eso ha venido pasando con la palabra petar y sus derivados. Cumple funciones diversas –y hasta ambiguas–.  'Estaba petado el local' da cuenta de que el aforo de un recinto o local está colmado o lleno; abarrotado, en suma. Poco tiene que ver ese uso de cantidad y plenitud de un recinto con la otra expresión de 'Me peta esa cerveza', para dar cuenta del agrado que me produce algo. Y aquí peta opera como expresión de gusto, según cuenta Manuel Seco en su Diccionario del española actual.
Si nos vamos a topar –palabra introducida desde la crisis energética y la escalada consecuente de precios de gas y electricidad– llegaremos a la conclusión –han llegado ellos antes, los usuarios de la capitanía política– de que topar es poner límite a los precios de materiales básicos por su incidencia en la economía de una nación. Aunque la visión primera de topar es la de embestir con la cabeza, chocar y tropezar; y luego la de encontrarse algo casualmente, ese topar actual –más lógico habría sido admitir lo ya existente, como poner tope a algo por poner límite a los precios– no deja de esconder un raro malabarismo lingüístico entre las voces inglesas top –que indica algo alto y subido, destacado incluso– y stop, que alude a la obligatoriedad de parar y detener un vehículo o cualquier otra cosa. De forma que se dice coloquialmente stopar al ejercicio de limitar un movimiento;y de ahí es probable que –perdida la ese en el camino– nos hallamos quedado con la simplicidad de topar, en el sentido referido antes de limitar los precios de algo.