El doble arco de la plaza Mayor

Rafael Cantero
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La plaza Mayor estaba construida en su origen con soportales sobre postes de madera, desiguales en su forma y altura, y sobre los que se alzaban largos corredores y grandes ventanas y balcones también de madera.

El doble arco de la plaza Mayor

La plaza Mayor estaba construida en su origen con soportales sobre postes de madera, desiguales en su forma y altura, y sobre los que se alzaban largos corredores y grandes ventanas y balcones también de madera.

A partir del año 1480, fecha en la que apareció la ordenanza dirigida a las autoridades municipales de las principales ciudades y villas, instándoles a que se construyeran «casas grandes y bien fechas», para ser Casas Consistoriales, los regidores municipales de la entonces Villa Real se encontraron con el problema de no tener en la ciudad ningún edificio que reuniese las condiciones necesarias para tal fin. Además, la ciudad carecía de los recursos necesarios para construir un edificio de nueva planta. 

Aprovechando la estancia en Villa Real de la reina Isabel la Católica los regidores municipales solicitaron, y les fue concedida, en 1484, la casa confiscada al judío Alvar Díaz, situada en la plaza Mayor esquina a la actual calle de María Cristina, con el fin de ser utilizada como Casa Consistorial. Esta edificación, a pesar de los muchos avatares que ha sufrido durante los siglos, tuvo las funciones de Casa Consistorial hasta 1869, cuando terminaron las obras del edificio del Ayuntamiento que se construyó sobre los arcos del antiguo Pósito y que sería proyectado por el arquitecto provincial Cirilo Vara Soria. 

El doble arco de la plaza MayorEl doble arco de la plaza MayorLa plaza Mayor a lo largo de la historia ha sufrido numerosas reformas y no todas del agrado de la vecindad. Una de las más importantes fue la que se realizó en 1746, bajo el reinado de Fernando VI, en la que se construyó de nueva planta prácticamente toda la espaciosa plaza Mayor, adquiriendo la forma espacial que se conoce en la actualidad.

Otra reforma importante fue la que se realizó en torno a 1910. Entonces, el aspecto que presentaba la plaza con los antiguos postes de los soportales era un tanto detestable y el Consistorio, con el fin de mejorar la estética, simetría y aumentar la anchura de los soportales para que hubiese un mayor desahogo para el tránsito público, tomó el acuerdo de sustituir los viejos pilares de piedra que sostenían las  fachadas de los tres lados de la plaza por columnas de fundición y volar sobre palomillas de hierro una marquesina cubierta de zinc galvanizado de un metro aproximadamente de salida sobre el filo de la fachada y colocar cielo raso en toda la línea de los soportales, que ganarían en anchura 1,60 metros, el equivalente a más de la mitad de lo que en ese momento tenían. La sustitución de las viejas columnas por las nuevas de hierro causó gran expectación entre los vecinos, ya que suponía un gesto de modernidad.

En esos años el acceso a la plaza Mayor por la actual calle María Cristina contaba con un arco, tal y como se observa en la fotografía antigua. Ese arco era contiguo al actual arco de la edificación, uno de las zonas más emblemáticas que cuenta la plaza y donde, desde el año 2005, se encuentra el reloj carrillón y que se conoce como la Casa del Arco. Sobre ambos arcos había un balcón corrido, de hierro, al que daban dos balcones y un ventanal en medio de ambos.

En la reforma de 1910, además de sustituir las columnas de piedra por otras de hierro, también se tomó el desafortunado acuerdo de demoler el arco de la calle Mercado Nuevo, actual María Cristina. Manteniéndose en pie el arco que existe en la actualidad.