El Iriaf rescata del olvido unas 50 variedades de vid

Ana Pobes
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Se ha logrado la autorización para vinificación de moribel, churriago, albillo dorado, tinto fragoso y mizancho, uvas que hasta ahora no estaban en ningún catálogo nacional o internacional

El Iriaf rescata del olvido unas 50 variedades de vid - Foto: Tomás Fernández de Moya

El Instituto Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario y Forestal de Castilla-La Mancha (Iriaf), con sede en Tomelloso, trabaja desde el año 2000 en una línea de I+D+i de recuperación de variedades de vid tradicionales de la región en peligro de extinción. Desde entonces, y fruto de ese trabajo, se han salvado del olvido alrededor de 50 variedades que hasta la fecha no se encontraban en los catálogos nacionales e internacionales, aunque algunas de ellas ya se mencionaban en biografías de principios del siglo XX.

Para conseguir la autorización de las más interesantes para su cultivo, el primer paso es lograr su inclusión en el Registro de la Oficina Española de Variedades Vegetales (OEVV). A partir de ahí, «se debe presentar un informe de cinco años de vinificaciones que demuestre que en ese tiempo los vinos obtenidos tienen la calidad máxima» y lograr también la autorización de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, a través de la Consejería de Agricultura, Agua y Desarrollo Rural.

El Instituto Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario y Forestal de Castilla-La Mancha apostó por llevar a cabo el proceso de autorización en el año 2017, y desde entonces el proceso de autorización ya se ha culminado en cinco variedades. Se trata de la moribel, churriago, albillo dorado, tinto fragoso y mizancho. Esta última consiguió el visto bueno definitivo hace tan solo unos meses. «La vid es de los materiales vegetales con más normas para llegar a la producción», asevera el director del Iriaf. Diferentes variedades, señala García, que los agricultores manchegos ya pueden plantar y obtener vino y que tienen la peculiaridad de que han sido recuperadas por el Iriaf, ya que «estaban en periodo de extinción dentro de los campos de Castilla-La Mancha».

colección de variedades. En esa apuesta por la investigación en la vid, es clave el papel que desempeña la colección de variedades de vid de Castilla-La Mancha (CVVCLM), antes conocido como Banco de Germoplasma. Se trata, señala García, de una colección de referencia para la región, donde se conservan ejemplares de 332 accesiones de 174 variedades de vid diferentes. El objetivo, añade, es «tener una colección de las más representativas de la región, pero también a nivel nacional e internacional» para que el agricultor «pueda conocer las características de cada una de ellas» en cualquier momento.

Los trabajos de esta colección, apunta, comenzaron en 2007 con el establecimiento de la parcela, donde actualmente hay sembradas 50 plantas de cada una de las 174 variedades para caracterizarlas agronómica y enológicamente y saber así cuáles de ellas pueden ser interesantes en base a la buena productividad, a la obtención de vinos con características apreciables, a la resistencia de plagas y enfermedades y al buen comportamiento frente al cambio climático, entre otros muchos aspectos.

En este sentido, el director del Iriaf detalla que de las más de 170 variedades 59 son extranjeras, principalmente francesas e italianas, y 110 nacionales. En el limbo, cinco variedades cuyo origen «no está precisado».

Toda esta línea de trabajo ha permitido recuperar esas variedades que a día de hoy se encontraban en el olvido. Una labor ardua que comienza en la plantación, pero que necesita, al menos, cuatro años para llevar a cabo los diferentes estudios y conocer así sus características enológicas y de productividad. Para ello se necesitan «muchos recursos humanos» para que aquellas consideradas de interés lleguen a lograr su autorización.

Para el director del Instituto Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario y Forestal de Castilla-La Mancha (Iriaf) toda esta información demuestra la importancia que este servicio tiene en una tierra como Castilla-La Mancha, cien por cien vitivinícola. «La Consejería de Agricultura, Agua y Desarrollo Rural, con Francisco Martínez Arroyo al frente, está volcada con el mundo de la viticultura, ya que son 450.000 hectáreas dedicadas al vino y un buen número de familias viven de forma directa e indirecta de la economía de la enología, por lo que entre todos debemos poner nuestro grano de arena para que ese sector sea lo más rentable posible para todos». «Tener una pequeña producción de este tipo de variedades es una pequeña punta de lanza comercial muy importante», apunta.