La época dorada de hongos, sin incidentes

Ana Pobes
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El Servicio de Protección de la Naturalezatrabaja cada campaña micológica para que secumpla con las normas del medio ambiente

La época dorada de hongos, sin incidentes - Foto: Tomás Fernández de Moya

Son las diez de la mañana y está nublado. Llueve. Hace tiempo que no lo hacía. Son las primeras gotas que con anhelo esperaban los amantes del mundo micológico, quienes apenas esta temporada han visto setas en el campo por la falta de precipitaciones. Las previsiones no son nada halagüeñas, y las inminentes heladas echarán el cierre a una temporada que está transcurriendo sin plena ni gloria.

El otoño es la época dorada de los hongos, que necesitan de temperaturas bajas y tierras húmedas para dejarse ver entre montes y pinares. Pero este año difícilmente se han contemplado. Otoño es también la fecha en la que el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona), especialidad de la Guardia Civil, actúa contra la recolección ilegal de setas. Sigue lloviendo. Pero no importa. Las cuadrillas aguantan como pueden la lluvia y efectúan controles para evitar la venta ilegal de este producto y comprobar al mismo tiempo que se cumple con toda la normativa en materia de sanidad y consumo. Con ese objetivo recorren diferentes lugares de la capital y la provincia. En esta ocasión se acercan a La Atalaya. Allí reina la seta de cardo. Un auténtico manjar para los aficionados y expertos pero también por las mafias, quienes ven en las setas un negocio en auge por su alto valor adquisitivo.

Con su cesta de mimbre y soportando el chaparrón y el frío, Antonio (nombre ficticio) recorre muy despacio uno de los terrenos cercanos al parque forestal. Ha recogido una decena de setas de cardo, «pocas en relación a otros años». El Seprona le ordena el alto. Se saludan y le piden la documentación. Todo está en regla, y Antonio continúa buscando en la intemperie con la esperanza de tener más suerte.  

El teniente jefe del Seprona, Óscar Fernández, explica, en declaraciones a este medio, que una de las actuaciones principales de las brigadas es proteger y hacer respetar todas las normas del medio ambiente. Y en los buscadores de níscalos u otro clase de hongos «puede haber consecuencias negativas hacia aquello que debemos proteger, y nosotros trabajamos para evitarlo».  

El Seprona rastrea cualquier tipo de monte, público o privado. «Se controla las herramientas que se emplean en su recolección y que están prohibidas como las azadas, hoces o rastrillos», por lo que se aboga por el uso de cestas para «facilitar la aireación de las esporas». «Miramos que haya una riqueza en el medio y que se proteja el soporte físico natural», puntualiza. Y con ese objetivo sobre la mesa, se controlan otras muchas medidas. Entre ellas, que se disponga  de la autorización municipal que obligan a tener ciertos ayuntamientos. De lo contrario, se procederá a la incautación del producto para su entrega a la autoridades municipales. Bajo vigilancia, también aquellas personas que recolectan en zonas sin regulación municipal, y que en estos casos se procede a informar a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha al considerar que «habría una vulneración a la ley de montes regional». En el punto de mira se encuentran también los que «venden sus productos recolectados en el campo directamente al consumidor», práctica que «no está permitida, ya que «el Seprona controla también la trazabilidad del producto, que debe tener un registro sanitario», explica al tiempo en que vuelve a insistir en que «no hay que olvidar que el monte tiene un propietario y todo aprovechamiento que tiene el monte es propiedad de su titular, no de todos». Los principales infractores, «los ciudadanos procedentes de países del Este de Europa».

La mala campaña de este año ha protagonizado también que apenas se hayan registrado incidentes. Atrás quedaron esas temporadas en las que las mafias arrasaban con los montes de municipios de la provincia como Piedrabuena, donde «se registraron problemas de orden público y la Unidad de Seguridad Ciudadana de la Comandancia tuvo que intervenir»: «Había mucha gente acampada, se metía por todos los montes sin autorización e incluso en las monterías con el correspondiente peligro que suponía tanto para los cazadores como para ellos», lamenta. Corría el año 2010, «uno de los años más dramáticos» que recuerda en relación al mundo de los níscalos, aunque «desde que los ayuntamientos han empezado a regular y nosotros a controlar, ya no hay tantos problemas como antes».    

Ahora la esperanza está depositada en que continúen las lluvias para salvar la temporada micológica. De momento, La Tribuna termina su reportaje con el Seprona y la lluvia da paso al temporal de frío.