Las matanzas domiciliarias aumentan un 50% tras años de caída

Ana Pobes
-

La temporada 2021-2022 se cierra con 213 sacrificios caseros de cerdos frente a los 142 de la anterior. Desde el Colegio de Veterinarios achacan el aumento a la evolución de la economía

Las matanzas domiciliarias se siguen celebrando en la provincia en zonas como el Valle de Alcudia o Almadén. - Foto: Tomás Fernández de Moya

Las matanzas domiciliarias se resisten a desaparecer en la provincia. Este rito ancestral ha ido perdiendo adeptos desde la temporada de 2015-2016, a excepción del año de pandemia (2020), cuando el COVID rompió una clara tendencia de caída. Por aquel entonces se registró un ligero ascenso que se acrecentó en la pasada temporada (2021-2022) con el registro de 213 sacrificios caseros, lo que significa un 50% más en relación con la campaña anterior en la que se contabilizaron 142. En total, 71 matanzas más entre un año y otro que han llevado a que esta tradición se recupere tras varios años de agonía y mantenga su relevancia social en algunos municipios. 

El presidente provincial del Colegio de Veterinarios, José Ramón Caballero, en declaraciones a La Tribuna, califica de «buena noticia» este aumento y lo achaca a factores como la evolución de la economía con la subida de la inflación, de los carburantes y de la energía eléctrica, y que anima a la gente a «elaborar su propia carne de calidad sin necesidad de tener que acudir a los establecimientos y ahorrarse así unos costes». «Ahora, la gente se anima más a hacer una matanza para obtener así los productos del cerdo de una manera más barata», añade. Pero Caballero apunta también al turismo rural como otro factor clave en este incremento, pues quizás algunos establecimientos han visto en este ritual un negocio para fomentar este tipo de turismo. 

El papel y la labor que desempeñan los veterinarios es primordial en esta costumbre que va más allá de lo gastronómico. Ellos dan luz verde a la inspección sanitaria previa que asegura la ausencia, entre otras alteraciones, de la triquinosis. El control de esta enfermedad parasitaria es una cuestión de seguridad alimentaria, ya que la triquina se mantiene viva hasta cuatro meses en una carne afectada y se enquista en los músculos del animal. Para ello se emplea el método oficial de toma de muestras de la carne y el aparato digestor. Y es que, por sus características, es difícilmente diagnosticable, por lo que atrás quedó el tradicional método debido a un decreto europeo que cambió la normativa de aplicación respecto al control sanitario, como así recuerda Caballero. «El digestor es mucho más seguro, con él se detecta mejor la parte contaminada», sentencia, al tiempo que recuerda que el veterinario que quiera ser inspector de matanzas debe tener a disposición un digestor declarado ante la Administración. Como consecuencia de la inspección post mortem, es decir, la comprobación de las canales y despojos comestibles obtenidos tras la carnización de los animales de abastos para dictaminar si son o no aptos y adecuados para su consumo por la población, los veterinarios autorizados como colaboradores por las delegaciones provinciales detectaron 13 ascaridiosis en la región, una neumonía y dos abscesos, según informa la Consejería de Sanidad en su memoria de matanzas. 

En Castilla-La Mancha, el sacrificio de cerdos domiciliarios particulares para autoconsumo, que comienza en octubre y finaliza en abril del año siguiente, es una actividad tradicional que mantiene una relativa importancia, especialmente en las provincias de Toledo y Ciudad Real, donde en esta última se siguen celebrando en zonas como el Valle de Alcudia o Almadén, pero también en localidades como Alcázar de San Juan, Daimiel, Ciudad Real, Puertollano y Valdepeñas. La ciudad minera encabezó el año pasado el listado con mayor número de matanzas con un total de 140, seguido de Daimiel con 40 y Ciudad Real con 63. En el conjunto de la región, y durante la temporada 2021-2022, se inspeccionaron en Castilla-La Mancha un total de 629 animales, siendo Toledo la provincia que encabeza este listado con un total de 392, mientras Ciudad Real se posicionó en segundo lugar con 213. En contra, Cuenca con solo dos matanzas domiciliarias, Guadalajara y Albacete con 12 y diez, respectivamente.