José Rivero

Doble Dirección

José Rivero


Ante Patria

30/09/2020

Escribía Fernando Aramburu en El País, del 18 septiembre de 2020, algunas aclaraciones sobre su renombrada novela Patria, como consecuencia de la adaptación como serie televisiva que se estrenaba en el Festival de San Sebastián. Y allí daba cuenta de dos cosas: de la documentación imprescindible en la escritura de su pieza literaria de 2016 y del carácter ficcional de toda escritura, incluso de la de aquella volcada en el carácter documental de lo contado. Por más que las únicas citas que emergen en el citado artículo de Aramburu sean las Memorias del etarra Iñaki Rekarte y la obra de Florencio Domínguez Dentro de ETA. La vida diaria de los terroristas. 
En donde, nuevamente, se omitía el precedente de la novela de 2010 de José Ángel González Sainz Ojos que no ven. Como ya ocurriera en el recorrido analítico del éxito de Patria a partir de 2016 –llega a convertirse en un superventas y se mantiene en cabecera de ventas durante meses seguidos– ningún medio crítico, que yo recuerde, tuvo un recordatorio o una referencia para la pieza de González Sainz que versa finalmente, sobre un universo similar y está realizada seis años antes. Esto es, versa sobre la destrucción familiar –al margen de la política y social, ya rotas de antemano– y sus consecuencias que introduce la polarización del terrorismo de ETA en el País Vasco. 
Mientras que en Patria la ruptura versa sobre dos grupos familiares que, siendo amigos en principio, acaban enfrentados posteriormente, merced al atentado de Txato que realiza Joxe Mari, hijo de la otra familia y miembro de ETA; Ojos que no ven formula la misma ruptura producida por el grupo terrorista, pero ahora referida a una sola familia. «En la novela, el enfrentamiento no tiene lugar sólo entre bandos exteriores uno a otro, sino en el seno de la propia familia. La división y la violencia se cuelan dentro de la casa, y la parten en pedazos que ya no volverán a reunirse. Hijo contra padre, esposa contra esposo, hermano contra hermano. Más el aniquilamiento de todo diálogo...» (Alejandro Gándara). Aquí la voz narrativa es sustentada por Felipe Díaz Carrión, emigrado al País Vasco y padre, finalmente, de un segundo hijo militante de ETA. Por ello José Antonio Masoliver Ródenas, afirmó en La Vanguardia que «Ojos que no ven es una historia de conflictos personales y universales... Como es frecuente en González Sainz, pasado y presente están estrechamente vinculados, para tender uno de los muchos puentes presentes en la novela, aquí el que une la Guerra Civil con el terrorismo de ETA».