Aurora Gómez Campos

Aurora Gómez Campos


Quim Torra inhabilitado pero luchador

30/09/2020

Preparémonos para la ruptura democrática, pacífica y desobediente», «a cada nuevo caso de represión, más desobediencia civil». «Catalanes, empujad», ha dicho Quim Torra al despedirse como Presidente de la Generalitat de Cataluña. Cada frase es una muestra antológica de política neurótica. Porque la ruptura, parece no presentarse como pacífica. Y, si esa ruptura es desobediente, tampoco es pacífica. Usa las palabras como floreros que decoran un discurso revolucionario. Y, cuando la revolución viene de verdad, no asume las consecuencias. Quim Torra se ha negado a firmar la recepción de las diligencias judiciales, incluso no ha firmado la notificación de la sentencia que lo inhabilita porque no reconoce la jurisdicción española. Sin embargo, sí deja el cargo en un contradictorio acatamiento de la sentencia que no dice no acatar ni reconocer. Para este extremo, el del acatamiento de las sentencias, también tiene preparada su componenda lingüística mediante la cual afirma que España no respeta los derechos fundamentales. Tanto es así que entiende que el hecho de desobedecer las órdenes de la Junta Electoral Central, manteniendo la pancarta en el balcón, vulnera su libertad de expresión. Y no es por necedad, ignorancia o desconocimiento, nada de esto es imputable a Quim Torra ya que es jurista y entiende lo que dice y por qué lo dice.
El discurso paranoide llega a sus más altas cotas cuando promete que va a trabajar «por la defensa incuestionable de los derechos humanos elementales y la libertad nacional de los Països Catalans». En ningún momento se han vulnerado sus derechos fundamentales. No es exigible que el común de la población sepa cuáles son esos derechos fundamentales pero el Sr. Torra sí sabe cuáles son y aun así, miente. Efectivamente, nadie ha vulnerado su derecho a la vida, a la libertad y seguridad, ni a la libre circulación, ni la libertad de expresión ni el derecho a participar en los asuntos públicos, ni, en definitiva, cada uno de los derechos que legalmente se encuentran regulados como tales derechos fundamentales. Sí, su discurso fomenta la paranoia social, la victimización agresiva de parte de una sociedad que se considera reprimida, cuando tal represión es, cuando menos, cuestionable. E igualmente paranoide son las acciones y protocolos del clima político que han creado algunos políticos catalanes. Véase si no la imposibilidad de que el vicepresidente Pere Aragonés haya tenido que comprometerse a no ocupar los despachos del President, ni la silla del presidente en la sala del Govern, ni su modesta galería gótica. No sea que a Pere se le desmanden las hambres del poder solo con reclinar su riñonada en el respaldo de los susodichos sillones.
Su última arenga: «Catalanes, empujad». Y mientras piensan en empujar, no piensan en pensar. Parece buena maniobra de entretenimiento.