«La pandemia ha visibilizado la salud mental»

Hilario L. Muñoz
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Jesús Sánchez fue elegido presidente de la Asociación de Salud Mental en junio de 2020. Este profesor de la UCLM ha sido el encargado de gestionar la pandemia y la nueva normalidad. El 10 de octubre se celebra el Día Mundial de la Salud Mental

«La pandemia ha visibilizado la salud mental» - Foto: Tomás Fernández de Moya

Jesús Sánchez fue elegido presidente de la Asociación de Salud Mental en junio de 2020. Este geólogo y profesor de la UCLM, ha sido el encargado de gestionar la pandemia y la vuelta a la normalidad en una organización que apoya a familias y usuarios con trastornos de salud mental grave, mediante el acompañamiento, y tratando de poner el acento en el fin de los estigmas. La organización vigila de cerca lo que el COVID ha traído, con un incremento de intentos suicidas o la ansiedad provocada por las redes sociales. El próximo 10 de octubre celebran su día, con un recordatorio de que la próxima pandemia puede ser psiquiátrica.

¿Qué se encontró en julio de 2020 cuando fue nombrado presidente?

Me encontré con el COVID. Yo conocía la asociación antes, era vicepresidente, y este espacio, que es un centro sanitario, tuvo que adaptarse. Se cambiaron todos los roles, porque aquí se trabaja con personas y cara a cara. Empezamos a trabajar telemáticamente haciendo un seguimiento personalizado y a cualquier hora, lo que supuso un gran esfuerzo. Si a todas las personas nos costó mucho no movernos, a una persona con un trastorno mental grave, mucho más. Al principio fue muy bien, pero después empezaron a ponerse nerviosos. Luego se retomaron las actividades, cada vez más presenciales, y siguiendo las directrices de la Fundación Sociosanitaria de Castilla-La Mancha, pero no aquí en un espacio cerrado, sino en parques, tomando un café y siempre que se pudiera tener ventilación. Algo se perdió por esta situación, pero la gente se adaptó bastante bien. 

Esto implica que de la noche a la mañana, estas familias se vieron en casa con un familiar que tenía un trastorno mental grave. 

Gracias a Dios no ocurrió nada grave. Había una normativa por la que si tenías una mascota podías salir para que no se estresara, pero no podías sacar a un bebé o acompañar a una persona con un trastorno mental que necesitaba evadirse. Tanto tiempo dentro de una misma casa y en convivencia era peligroso, pero no hubo ningún caso, que nos conste. Las personas que están en la asociación son personas con un trastorno mental grave, pero están estabilizadas. 

Tras la pandemia se ha hablado mucho de la salud mental. ¿Eso ha ayudado a hacerlos más visibles u os ha aislado al hablarse de una salud mental leve y olvidar la grave?

Son más habituales los trastornos leves que los graves, pero con la pandemia se han visibilizado y ha habido gente que ha dicho que la próxima pandemia global será psiquiátrica, que no será de tipo vírico. Lo que pasa es que los humanos tenemos la costumbre de olvidarnos de estas cosas y ya nos hemos quitado las mascarillas. El lema del día mundial tiene en cuenta la salud de los jóvenes, porque esta enfermedad empieza a manifestarse en la adolescencia, y hemos creado entre todos un mundo muy estresante. Tú te pones con 15 años en un instituto y como seas un cisne, destacas por algo, todo el mundo va a machacarte. Como te echen de la tribu y no seas capaz de entrar, te aíslan. Ahora mismo los chavales lo tienen difícil, con una competencia brutal. Si se meten en redes sociales, la tribu les exige ser guapos, ser listos, tener muchos likes y muchos seguidores. Están obligados a estar ahí y eso provoca ansiedad y estrés. Luego está el bullying, no tengo datos científicos, pero conozco a varias personas que están aquí y que fueron acosados. Si hay una relación directa no, lo sé, pero, desde luego, no ayuda nada que a un chaval de 15 o 16 años, que está en un proceso de formación mental, se le acose. No todo el mundo que sufre bullying acaba con una enfermedad mental grave, pero no creo que sea gratuito en una sociedad del siglo XXI. 

¿Se ha notado con la apertura que hay más familias con jóvenes afectados?

Nosotros trabajamos con adultos y pasan un proceso hasta que llegan aquí.

¿Piensa que van a venir más personas?

Sí. Solo hay que ver estadísticas como que una de cada siete personas entre 10 y 19 años padece algún tipo de trastorno mental, grave no, pero sí ansiedad, por ejemplo. La mayor parte de los trastornos de salud mental aparecen a los 14 años; uno de cada cuatro jóvenes asegura haber tomado psicofármacos; nueve de cada diez jóvenes experimentan ideas de suicidio continuamente y con mucha frecuencia... Se están fraguando situaciones para luego tener el día de mañana una enfermedad grave. Yo no soy médico, pero creo que hay una especie de línea roja y cuando se pasa ya no hay vuelta atrás. Hay alguna vigilancia de este tipo de chicos, porque la familia no suele entender gran cosa de lo que está pasando, si el chico es raro, no tiene amigos… Cuando tu hijo te dice que se quiere suicidar, la cosa ya es muy complicada. Acceder a la sanidad pública para estas cosas, como no se haya hecho una barbaridad, es difícil. El año pasado y este se habla del derecho a la salud y la salud se define por la OMS, desde 1946, no como la ausencia de enfermedad, sino como una calidad de vida y el derecho a una asistencia. La pandemia nos ha cogido a todas las instituciones poco o nada preparadas. Si ahora mismo hubiera una pandemia sanitaria de componente psiquiátrica no habría asistencia sanitaria en psiquiatría. Además, nuestros usuarios necesitan una vigilancia continua, porque la medicación que se le da es una media, hay veces que sobra y veces que falta, y si tienen cita cada nueve meses en el psiquiatra se descompensan. Nos dicen 'si se ponen muy mal, lo traes a urgencias', pero yo no puedo llevarlo. Cuando es un adolescente siempre decimos que es un chico raro, hasta que ocurre algo grave.

¿Cuánta gente hay en la asociación?

Tenemos un centro en Ciudad Real, y delegación en Valdepeñas y en Puertollano, con unas 180 o 190 familias, socios. Nosotros somos un servicio público y no exigimos a nadie que se haga socio. Si tienes aquí a tu hijo o a un familiar lo normal es que te hagas socio, pero no es obligatorio. Cualquiera que venga y pida ayuda, está aquí con nosotros. 

¿Qué ayuda es la que se ofrece?

Hay dos niveles, con el usuario, la persona con un trastorno mental, y con las familias. Lo primero que hacemos es acoger, cuando se produce un cuadro clínico, y en una familia aparece una persona con un trastorno mental grave es como un apagón. No sabes lo que pasa, ni lo que ocurre. Las familias cuando llegan aquí, normalmente derivadas del hospital, están asustadas y les acogemos, diciendo que no son los primeros, ni el último y que hay luz al final del túnel. Después les dejamos hablar y vamos quitando miedos, con la escucha. Luego hay que valorar y orientar sobre su propia enfermedad; hay que enseñarle a vivir con ella, cómo va a ser su vida; y a explicarles también a las familias cómo va a ser las suyas.

¿Qué otras actuaciones desarrolla la asociación?

Acompañamos en aspectos como los trámites burocráticos. Las personas con enfermedades mentales graves y sus familias tienen una serie de derechos que no son fáciles de acceder a ellos. Pongo un ejemplo: mi hijo se ha puesto a trabajar y necesita un certificado de discapacidad, pero no sabíamos que tenía que estar inscrito en el registro de la Seguridad Social. La trabajadora social nos hubiera acompañado porque, a veces, es un mundo para muchas familias, porque algunos tienen una edad y no están acostumbrados a pedir una cita vía web, tener firma electrónica o estar dadas de alta y hay que acompañarlas. Además, hacemos una cosa muy importante que es el respiro familiar. La convivencia con estas personas, aunque sea tu hijo o tu hermano puede ser difícil, por lo que las familias necesitan un sitio donde estén seguros, se les ayude y eso también lo hacemos con iniciativas como los viajes del Imserso, con los que nos vamos una o dos semanas y van acompañados. Ya no solo lo hacemos por el respiro familiar, sino porque ellos se sienten importantes.

¿Por qué se sienten importantes?

En muchos sitios están aislados. Hay muchos estigmas con este tipo de personas. Esa capacidad de poder ir a la playa y estar en grupos o en un hotel, porque rara vez tienen medios de irse con sus familias. Eso lo hacemos nosotros. De hecho, luchamos contra el estigma. Luchamos por sus derechos, contando a la sociedad cómo son realmente, porque todos tenemos una idea preconcebida, como que no van a ser capaces de trabajar, que son pocos inteligentes o que no tienen empatía. Tanto es así que este tipo de prejuicios los tienen ellos, porque antes de ser enfermos tenían ese tipo de ideas. Tenemos que empezar por ellos y por eso hacemos muchas actividades para que la gente visualice que estas personas existen y tienen los mismos derechos. Tienen una discapacidad, una capacidad diferente.

Este año se recuperan, además, las actividades en la calle para celebrar su día, el 10 de octubre... 

Este año vamos a volver a hacer, como el año pasado, la lectura del manifiesto en el Ayuntamiento. No podemos escondernos de la gente.

Además de la lucha contra el estigma, su antecesora siempre tenía una reivindicación:un cambio de ubicación del Centro de Rehabilitación Psicosocial y Laboral.

Lo primero que tengo que decir es que este centro es de la Diputación y llevamos muchos años, hay que agradecerlo, pero cada vez nos cuesta más el mantenimiento. Llevamos luchando por otro local y este año se va a intentar por otra vía, pero no depende de nosotros. Periódicamente, vamos a intentarlo y si fuera por mí estaríamos por otro sitio. Lo digo por los usuarios y las familias, porque la primera vez que vienen, la primera imagen, impacta. Las instalaciones tampoco, aunque se han eliminado humedades y hemos hecho espacios nuevos. Además, como estamos siempre en tránsito, esperando lo otro, no nos atrevemos a hacer una gran reforma y cambiar, por ejemplo, el sistema de calefacción. A lo mejor nos vamos dentro de un año, hemos llegado a ver los planos. 

¿Dónde estaría el nuevo espacio?

En los antiguos talleres de imprenta. Puede quedar años o no, pero no depende de nosotros.