La madrugada del Jueves Santo tiene el arraigo de la Hermandad del Silencio. En la noche cerrada toma el protagonismo el Santísimo Cristo de la Buena Muerte y la Virgen del Mayor Dolor, ambos sobre los tronos de estilo barroco dorados en pan de oro que son llevados a hombro por cuarenta portadores.
Desde San Pedro, donde se abarrotaron multitud de fieles, inició su camino de penitencia esta cofradía veterana que pudo lucir sus estrenos: paso para el Cristo de Faustino Sanz Herranz, realizado por José Ángel Banegas, de Villarrubia de los Ojos, así como el Libro de reglas de la hermandad y los restaurados estandartes de la Virgen del Mayor Dolor a cargo de las Carmelitas de Ciudad Real.
La sobriedad de esta procesión pudo volver a sentirse en la calle tras la pandemia en esta Semana Santa anhelada en la que el tiempo está respetando y que dará paso hoy a las procesiones del Jueves Santo.
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