Los feriantes, con el agua al cuello

Ana Pobes
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El sector se manifestará este viernes en Toledo para denunciar que no está incluido en la desescalada y pedir un protocolo para poder trabajar, algo que no hacen desde hace un año

Los feriantes, con el agua al cuello - Foto: Tomás Fernández de Moya

La feria se ha apagado. No hay música ni colorido y no huele a algodón dulce ni a churros recién hechos. El castillo hinchable, la tómbola, el pulpo, la noria o el dragón permanecen hacinados en camiones y naves desde hace doce meses, cuando la pandemia llegó a España por sorpresa. Las atracciones están cerradas por la emergencia sanitaria del COVID-19 y aún no sé sabe cuándo volverán a funcionar. La feria agoniza.  

El coronavirus se está cebando con fuerza con el sector de los feriantes, quienes llevan un año, desde marzo del año pasado, sin montar sus instalaciones. Sin fiestas mayores. Sin ingresos. Sin ayudas. La suspensión de las fiestas está dejando a los feriantes en la ruina y la mayoría se busca la vida como puede para poder llegar a fin de mes. Isidro Alonso tuvo que ‘aparcar’ su profesión de toda la vida, la de feriante, para trabajar de forma esporádica como camionero. «He cubierto alguna baja médica y algunas vacaciones, pero no de forma continua. Cuando acabe, solicitaré la ayuda familiar y buscaré un nuevo empleo, pero no es tan fácil», comenta con impotencia ante los cacharritos y la flota de vehículos que acumulan polvo en una nave de la provincia alquilada junto con otros compañeros de profesión.

Recuerda que la última fiesta a la que acudió con su scalextric infantil fue en los carnavales de Miguelturra de 2020. Fue la última vez que se puso en marcha. Y los pronósticos no son nada halagüeños, ya que «los ayuntamientos no están por la labor de hacer ferias, y si no hay fiestas patronales no hay trabajo», comenta Alonso, padre de dos niñas.  

Los feriantes, con el agua al cuello Los feriantes, con el agua al cuello - Foto: Tomás Fernández de MoyaLa campaña suele ir de abril a diciembre, ya que enero y febrero se suele dedicar a la puesta a punto, aunque «muchos a principios de año ya están trabajando». Un sector donde la temporalidad es la norma. No se pueden inscribir como autónomos hasta la reanudación de las actividades, y la pandemia llegó en el peor momento. Sin alta, y ahora sin subsidios. «El 95 por ciento de los feriantes son de temporada porque no hay ferias todo el año, y el coronavirus llegó cuando muchos aún no estaban dados de alta», manifiesta Miguel Abellán. Él es la cuarta generación de feriantes en su familia, y asegura que esto «nunca antes había pasado». «Nuestros abuelos vivieron la guerra, nuestros padres la postguerra y nosotros las distintas crisis, pero esto ya nos ha hundido del todo».

Muchos meses sin beneficios y sin ingresos pero en los que los gastos siguen corriendo. Feriantes con el agua al cuello pero que viven por y para la feria. «Tengo 42 años, y toda mi vida está en la feria, una profesión con la que empezaron mis abuelos, luego mis padres y ahora mi hermano y yo», argumenta Alonso. La situación es «insostenible», subraya Encarnación Huertas, quien hasta ahora acudía de feria en feria con su puesto de patatas asadas. La última, el 30 de septiembre de 2019, en Torrijos (Toledo), y desde entonces su horno dejó de funcionar. «Nací en la feria y no he hecho otra cosa en mi vida», comenta. Llevan la feria en la sangre y piden una solución para trabajar y no perder otro año más, pues qué ¿empresa aguanta más de un año sin ingresos?», se pregunta Miguel Abellán.

Denuncian que no están incluidos en la fase de desescalada. «Somos los grandes olvidados. Sin ayudas ni desescalada, ni nada. Nunca nos nombran, parece que no existimos», lamenta Huertas al tiempo que ve una discriminación para su sector que una actividad que se hace con mascarilla y al aire libre se prohiba mientras otras actividades con más riesgo están permitidas. Funcionan los parques temáticos, pero ¿por qué no lo pueden hacer las atracciones de un pequeño empresario?, se preguntan. Aseguran que no piden ayudas tan solo «un protocolo y poder trabajar» para no perder otro año más. «Podemos hacer ferias con todas las medidas sanitarias y con un aforo y un horario establecido. Estamos abiertos a todo, pero para la Administración no existimos», lamenta Huertas.

«No se puede suspender una feria a principios de año cuando se va a celebrar en junio sin sabe cómo va a evolucionar el coronavirus». «Sabemos que hay una pandemia, pero igual que los hosteleros cumplen sus medidas nosotros también podemos hacerlo. Queremos trabajar, y hacerlo en lo nuestro», insiste Roberto Barrueco, de Atracciones Hermanos Barrueco López.  

Las pérdidas son al cien por cien,  y «aquí nadie está en ERTE», añade  Francisco Javier Alonso. «Muchos ya no han podido aguantar más» y los que lo hacen, es gracias a la ayuda de su familia. No saben cuánto tiempo más van a poder soportar esta situación, y hartos de ser los grandes olvidados el próximo viernes, 5 de marzo, lanzarán en Toledo un SOS al Gobierno regional. Será a las 10.00 horas frente a la plaza Conde para recorrer diferentes calles hasta terminar en la plaza Zocodover, donde se leerá un manifiesto, que se registrará después al órgano competente. «Será una marcha pacífica en la que se cumplirán todas las medidas sanitarias frente al COVID-19», insisten.  

Una manifestación a la que no solo acudirán feriantes sino también de otros sectores vinculados como son las orquestas, la pirotecnia, el circo y la cultura, entre otros muchos, pues «la feria no solo son las atracciones y genera muchos puestos de trabajo». Fiel reflejo de ello, es que en España hay unas  30.000 familias que viven directamente de este negocio, que genera más de 200.000 empleos.