El incremento de los costes frena la nueva casa sacerdotal

M. Lillo
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La Diócesis aparca la construcción de esta infraestructura para la que había reservado una partida de 2,7 millones en el presupuesto de 2022, aunque mantiene la apuesta por su ejecución

Imagen actual de la fachada del seminario de Ciudad Real, en la carretera de Porzuna. - Foto: Tomás Fernández de Moya

La Diócesis de Ciudad Real no ha tenido más remedio que echar el freno a uno de sus grandes proyectos: la construcción de una nueva casa sacerdotal en el edificio que actualmente alberga el Seminario, en la carretera de Porzuna. Se trata de un proyecto con perspectiva de futuro al que, no obstante, en ningún caso renuncia, pero cuya ejecución ha tenido que ralentizar debido al encarecimiento del coste de las materias primas que sufre actualmente el sector de la construcción.

Con el actual escenario de costes desorbitados, la Iglesia echa mano de la cautela y se posiciona en favor de la reflexión y del estudio de la situación, tanto prestando atención a la evolución de los precios de las materias primas, como a la posibilidad de «retocar» el proyecto para hacerlo más asequible económicamente, teniendo en cuenta, además, que todavía no ha sido adjudicado a ninguna empresa ni, por tanto, no se ha puesto ni una primera piedra del mismo, explicó a este diario el vicario general, Tomás Villar.  

Lo que sí tiene claro la Diócesis es su voluntad firme de ejecutar esta obra, pero eso sí, cuando sea el momento. «Está claro que se hará», aseveró Villar en declaraciones a La Tribuna, apelando a la «prudencia» y teniendo en cuenta además que se trata de «dinero de los fieles, de la Administración diocesana y que conlleva una doble seriedad».  

La construcción de la nueva casa sacerdotal supondrá un desembolso importante para las arcas de la Diócesis, cuyo presupuesto de 2022 incluye una partida de 2.750.000 euros para sufragar el 50% de la obra, lo que motiva a su vez que esas cuentas hayan nacido con un déficit de casi dos millones de euros.

Ciudad Real cuenta actualmente con una casa sacerdotal en la calle Alarcos que junto a la residencia de la Iglesia en Miguelturra dan respuesta a las necesidades residenciales del clero. «Hay plazas disponibles», dado que también «con la pandemia han fallecido bastantes sacerdotes».

No obstante, las infraestructuras de la calle Alarcos datan de los años 60 y, a pesar de que «se van haciendo mejoras todos los años, dentro de lo que permite la estructura», no están adaptadas a las nuevas condiciones habitacionales, dado que se trata de unos inmuebles «muy limitados».

La Diócesis también plantea el nuevo proyecto como una solución a futuro, teniendo en cuenta la realidad demográfica que ofrece el clero en la provincia: de los algo más de 160 sacerdotes de la Diócesis, hasta 51 son mayores de 70 años, es decir, que pueden estar ya jubilados o próximos a su jubilación.