50 caminatas hacia Compostela y la primera vez por Ciudad Real

D. A. F.
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Álvaro Lazaga lleva más de 38.000 kilómetros recorridos desde que despertó su espíritu peregrino. Partió de Benidorm, donde reside, para trazar una ruta de 1.800 kilómetros por ocho comunidades autónomas

50 caminatas hacia Compostela y la primera vez por Ciudad Real - Foto: Rueda Villaverde

Álvaro Lazaga está en medio de su 50 peregrinación hacia Santiago de Compostela, cada vez con un itinerario diferente, un empeño con el que sumará otros 1.800 kilómetros a su ya dilatado historial de caminante, que siempre le conduce al mismo sitio, a la plaza del Obradoiro, en la capital de Galicia y después al santuario de la Virgen da Barca en Muxía (A Coruña), en plena Costa da Morte. Cuando llegue a Santiago rondará los 40.000 kilómetros desde que en 2010 descubrió su espíritu peregrino. Desde entonces acumula en sus pies 38.200 kilómetros.

El pasado jueves su etapa, con salida desde Moral de Calatrava, le trajo a Ciudad Real, aunque su camino empezó mucho más atrás, hace mes y medio a la puerta de su casa, en Benidorm (Alicante) y aún continuará dando pasos hasta mediados de noviembre, que es cuando tiene previsto avistar las torres de la catedral compostelana.

En conversación con La Tribuna, Lazaga reconoció que tenía muchos deseos de hacer esta ruta, "he recorrido toda España y me faltaban tres provincias peninsulares", una de ellas Ciudad Real, junto con Málaga y Tarragona. Esta caminata le permitirá tachar dos nombres de su lista de etapas pendientes. La demarcación catalana es una las posibilidades que baraja para su ruta número 51.

En este recorrido, con salida desde Benidorm, le llevo primeramente a subir "al Puig Campana, una montaña cerca de mi pueblo y luego fui a Alicante, Murcia, Lorca, Almería… hasta Málaga", para cerrar su deuda con dicha provincia. De ahí siguió a Granada y Córdoba, "de donde parte el camino mozárabe", lo que le trajo hasta Ciudad Real por Viso del Marqués y Moral de Calatrava. Desde la capital emprenderá el camino Manchego, con destino a Toledo, donde "lo normal es coger el camino del sureste, pero ese ya lo he hecho muchas veces", matiza, de forma que esta vez ha variado el plan "me encontraré con mi novia y juntos iremos a Madrid", para encontrarse con algunos familiares antes de encaminarse a Castilla y León, con la salvedad de que en lugar de ir directamente a Santiago, desde León se dirigirá a Oviedo para tomas allí el camino primitivo hasta la ciudad del Apóstol.

Hacer el camino por Ciudad Real tiene sus complicaciones. Lazaga observa que no hay infraestructuras habilitadas para que los caminantes pernocten por lo que al llegar a la capital optó por alquilar una vivienda por un día por medio de Airbnb. Al tiempo que se hace difícil encontrar la señalización que marca la ruta a seguir, mucho más fácil de encontrar en los más conocidos camino francés o portugués.

Lazaga ha realizado una media de cuatro rutas por año, aunque matiza que al principio, "hacía dos, luego tres, después me vine arriba y hacía cinco o seis, con la pandemia he hecho menos...". Todo ello empujado por una ilusión que le lleva a requerir el sello en su carnet de peregrino por cada lugar que pasa, aunque luego no espera a recoger la Compostela, el diploma que acredita haber completado el recorrido, "hay que esperar mucho, es una cola muy larga", y precisa que la mayoría de quienes han hecho el camino varias veces prescinden de ella.

Este caminante reconoce que no tiene ninguna motivación religiosa y recuerda que "hay tantas razones para hacer el camino como personas, es cierto que empezó hace 1.200 años con una motivación religiosa muy importante, pero ahora no es así necesariamente". De hecho subraya la convivencia entre todos los que se encuentran en sus trazados, con independencia de sus razones. "Somos como los niños en el parque, nos vemos el primer día y nos saludamos; al día siguiente hablamos un poco; un día después cenamos juntos y luego ya somos amigos", refiere.

Lo que si le ha aportado el camino es "cada vez necesito menos cosas, cada vez soy más frugal", hasta el punto de que ha cambiado varias veces de casa, cada vez a una de menores dimensiones. "En la que vivo ahora ya me está empezando a parecer grande", avisa.