Emplear el talento

Hilario L. Muñoz
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Carlos Vallejo rompe otra barrera para las personas con síndrome de Down y tras obtener la ESO, sin adaptaciones pedagógicas, hoy se convierte en funcionario de la Junta

Pilar Torres, técnica de capacitación de Laborvalía, Carmen Abad y Vicente Vallejo, acompañan a Carlos por el centro de Ciudad Real. - Foto: Rueda Villaverde

Si hay algo que define a Carlos Vallejo es que sabe lo que quiere desde joven. Hace tres años habló para La Tribuna, por el día del Síndrome de Down. Estaba a unas semanas de graduarse en ESO y explicaba que su objetivo era «opositar y trabajar». Tenía 17 para 18 años y, tras una vida en la que ha tenido que afrontar muchas dificultades, soñaba con las posibilidades que iba a tener con la ESO normalizada, sin adaptaciones pedagógicas. Hoy, ese sueño se va a cumplir, firmando un contrato tras haber sido uno de los 29 aspirantes de Castilla-La Mancha que ha obtenido plaza como funcionario de carrera en la convocatoria de empleo para personas con discapacidad intelectual.  Seis de esos funcionarios, que firman su contrato hoy, son de Ciudad Real, donde trabajarán, al inicio, con un técnico de capacitación, que les acompañe hasta que conozcan y definan sus funciones. En total son 65 las personas con discapacidad intelectual las que se incorporarán  a la administración regional.

Durante meses estuvo trabajando en esta oposición con el apoyo de toda su familia en Ciudad Real, como ha venido haciendo siempre. Su madre, Carmen Abad, y su padre, Vicente Vallejo, se intercambiaban como profesores, mientras que la hermana de Carmen, funcionaria también, le ayudaba en la esquematización de los temas para que pudiera estudiarlos. En turnos de mañana y tarde estudiaban y preparaban tests, a lo que se sumó el apoyo de Laborvalía, una de las organizaciones de Ciudad Real que también ha preparado a estos opositores.  

Se trata de la segunda vez que se realiza una oposición para personas con discapacidad, la anterior solo hubo un aprobado. En esta ocasión se firmarán 65 contratos, también hubo examen para plazas de limpieza, quienes pasaron el proceso entre medio millar de personas que se presentaron. Carlos será auxiliar administrativo en la Consejería de Bienestar Social, en el área de Dependencia.

Pilar Torres y Carlos Vallejo, delante de un ordenador en la oficina de Laborvalía.Pilar Torres y Carlos Vallejo, delante de un ordenador en la oficina de Laborvalía. - Foto: Rueda VillaverdeEn septiembre del año pasado hizo aquel examen que le va a cambiar la vida y después en estos meses ha seguido formándose en temas como la informática, con el objetivo de prepararse para su nueva vida. «Estoy muy ilusionado», explica Carlos Vallejo, mientras su madre relata «la calma» que tuvo cuando llegó a Toledo para opositar. Cuando acabó la prueba se corrigió el examen y ya sabían que había obtenido un 8,5 de nota, había aprobado y, seguramente, iba a tener plaza. «Dijimos que sí, que sí», entre palmas y gritos por ver un sueño cumplido, señala Carmen.

«Todavía no nos han dicho nada, sabemos dónde va a estar, pero las tareas aún no nos lo han comentado», comenta Pilar Torres, la técnica de Laborvalía, que le acompañará en los primeros meses de adaptación a su puesto, trabajando tanto con Carlos como con sus compañeros, buscando el modo de que sea uno más en el servicio. «La idea es facilitarle el trabajo», de una forma similar a cómo se hace en la empresa privada en el empleo con apoyo.  

La historia de Carlos Vallejo forma parte de un concepto más amplio del talento que alberga una región de Castilla-La Mancha. Cuando se piensa en él, se habla de los universitarios que se van y no vuelven, o de la igualdad entre hombres y mujeres. Las personas con discapacidad intelectual son «una riqueza de la región y sería una pena que se perdieran esos talentos, hay que aprovecharlo», explica su padre, ya que su hijo ahora será una persona que «aportará a la sociedad», cotizará como un trabajador más. «Carlos, sin quererlo está haciendo que la sociedad cambie».

Vicente recuerda «la lucha constante» que ha habido para llegar a este momento, con «gente muy buena» y «momentos complicados» en el camino. En esos buenos momentos se encuentran los años del colegio y en el IES Maestre de Calatrava, donde recibieron «calor humano» por los profesores y los amigos que hizo Carlos durante esos años y que aún le acompañan. «Ahora tienes una tercera parte de tu vida solucionada, las ocho horas de trabajo», pero debe avanzar aún más, siendo «un funcionario empático». Mientras trabaje seguirá «madurando y ocupado», relata su madre, orgullosa de ver cómo su hijo «va a ser autónomo». De hecho, como ya hizo en aquel 2019, Carlos mantiene su ruta. «Lo próximo es mi casa», explica Carlos , y eso implica que sus hermanos, Cristina y Pablo, puedan tener una vida autónoma y una relación «de hermanos», independientemente de su discapacidad.

De hecho, en estos días Carlos se muestra orgulloso de su posición, hablando con sus hermanos y recordando lo que ha conseguido con 21 años. Un sueño cumplido, una normalidad, que sirve para aprovechar su talento y ponerlo al servicio de todos.