La zona de ocio con la población más mayor

D. A. F.
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El Torreón acumula el mayor porcentaje de residentes con más de 60 años y también una zona con mucha presencia de jóvenes que llegan de otras zonas para disfrutar del ocio

La zona de ocio con la población más mayor - Foto: Tomás Fernández de Moya

Una mañana de invierno en los jardines del paseo Pablo Picasso, conocidos popularmente como jardines del Torreón, reúne en algunos de sus bancos a adolescentes, alumnos del Instituto de Enseñanza Secundaría Torreón del Alcázar, que disfrutan del recreo al aire libre, mientras que un poco más alejados de la estatua de Juan II se sientan, más tranquilamente, varias personas mayores, residentes en las calles más próximas a esta zona verde.

Sin embargo, la mayoría de los jóvenes proceden de otras zonas de la ciudad, al igual que ocurre con buena parte de los que transitan por las tardes y noches por las calles del barrio, que también es la mayor zona de ocio nocturno en Ciudad Real. En el barrio también abundan los pisos destinados a alquiler para estudiantes del cercano campus universitario.

Fuera de los límites del barrio, pero a muy pocos pasos de la calle Libertad, que marca el límite con el de Santiago, se encuentra el Centro de Mayores Ciudad Real II, en la calle Refugio, donde el trabajador social Pepe Sanroma explica que cuentan con 1.500 socios inscritos, «de los que la mayoría residen a menos de tres o cuatro calles de distancia», lo que los sitúa como vecinos de los barrios del Torreón y del Perchel. «Hay muchos con domicilio en la calle de la Palma, Hidalgos, La Mata...», enumera. El centro ofrece actividades de envejecimiento activo y saludable, servicio de podología y peluquería, una sala de juegos y se organizan viajes y excursiones para personas de más de 60 años que son un atractivo para las personas que han ido cumpliendo años en las calles aledañas.

La zona de ocio con la población más mayorLa zona de ocio con la población más mayor - Foto: Tomás Fernández de MoyaDe hecho, la mayoría de los edificios que hoy forman el barrio son fruto de su reforma de hace casi medio siglo, como en el que reside Mateo Molina: «Cuando viene a vivir aquí fue cuando se inauguró el edificio, hace 40 y tantos años y la mayoría de la gente igual».

Sus palabras las corrobora Urbano Fernández, quien, sin embargo, señala que en la zona también se alquilan muchos pisos y a ellos llegan «estudiantes de la Universidad e inmigrantes extranjeros», que, de algún modo, rejuvenecen el barrio, aunque no todos ellos se empadronen. También Enrique García, que lleva 50 años viviendo en el barrio, insiste en que la llegada de esa población flotante «produce una cierta nivelación en cuanto a la edad».

En la misma línea se expresa Samuel García, un joven de 21 años. «En el bloque donde vivo creo que sólo hay dos chicos, los demás son de más de 50 años y no sé si habrá otros tres o cuatro que estén entre 40 y 50». A ello añade que su propio círculo de amistades está formado por personas que viven en otras zonas de la ciudad.

Una persona mayor camina con un andador por la avenida del TorreónUna persona mayor camina con un andador por la avenida del Torreón - Foto: Tomás Fernández de MoyaOtro joven, Juan Ruiz, éste de 22 años, también aprecia ese mayor envejecimiento del barrio, pero advierte que es muy difícil de apreciar para quien no lo recorre de forma frecuente, «la calle está llena de gente joven que viene a trabajar o pasar el rato».

El envejecimiento del barrio se aprecia también en las tiendas, como explica Elena Villaplanas, cajera de Alimentación Pepe, en la calle La Mata. «Hay mucha gente mayor, se nota su presencia», pero rompe una lanza por sus clientes, puesto que seleccionan lo que comen, «se cuidan incluso mejor que la gente joven», apunta.

En otro establecimiento del barrio, la frutería Josefa Reina (esquina de La Mata y Cañas), Jénifer Ruiz encarna ya la tercera generación al frente de un negocio en el que la mayoría de su clientela son ya pensionistas, pero a la vez matiza ese dato al afirmar: «No abrimos por la tarde y eso puede hacer que haya gente joven que no pueda comprar aquí por sus horarios de trabajo».

La frutera también es testigo de cómo los hijos de sus clientes se han ido trasladando a otras zonas a medida que han crecido y fundado sus propias familias. «Unos se han ido al barrio del hospital y otros a Miguelturra», apunta. Tiene ocasión de comprobarlo porque en ocasiones aquellos jóvenes vuelven «y vienen a hacer la compra para sus padres o por algún encargo» explica.

Hasta los recién llegados al barrio, como Fátima de la Flor, de la tienda gourmet La Arrocería de Picón (calle Alcántara) aprecia la realidad del barrio. «Aquí viene a comprar gente de otras zonas de la ciudad», pero al mismo tiempo advierte que en su entorno «se ve bastante gente mayor, que van al centro de mayores» y algunos de ellos se han incorporado a su clientela. «Normalmente, vienen buscando un queso específico o un determinado vino para una ocasión especial», apunta.

Otra cuestión es si la zona ofrece unos servicios adecuados para una población que ha ido envejeciendo. Mateo Molina considera que el barrio «está bien». Hay un centro de salud, en sus calles hay centros de fisioterapia, clínicas odontológicas, farmacias y otros establecimientos sanitarios; y en las inmediaciones está el centro de mayores y el parque del Pilar, «pero también podía mejorar». Apunta que sería una buena decisión incorporar al paseo de Pablo Picasso una dotación de aparatos de gimnasia para mayores.

De la misma opinión es Pepe Sanroma, el trabajador Social del Centro de Mayores: «El paseo es bastante grande y seguro que se puede encontrar un espacio para instalarlo», reflexiona.