Voluntarios sin descanso

Agencias
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Cientos de polacos hacen acopio de alimentos, productos básicos y grandes toneladas de solidaridad para ayudar, día y noche, a los miles de refugiados que llegan a sus fronteras

Varias personas intentan entrar en calor frente a las tiendas instaladas en la fronteriza Medyka, en Polonia. - Foto: FABRIZIO BENSCH

La joven polaca Agnieszska Kornecka nunca imaginó que se convertiría en uno de los cientos de voluntarios que día y noche velan por los refugiados ucranianos que llegan a los puntos de recepción en la frontera con Polonia. Un país que no ha dejado de recibir personas en su intento frustrado por escapar de la guerra y que ya acumula a más de 1,3 millones de los 2,15 millones de desplazados.

Con el coche lleno de cajas de productos básicos, Agnieszska arranca desde Varsovia una jornada en la que conducirá más de 600 kilómetros para llegar al punto de recepción del pueblo de Hrebenne, en el sureste de Polonia y fronterizo con Ucrania, donde cientos de refugiados, la mayoría mujeres y niños, intentan dormir y resguardarse del frío de la gélida noche. «Es realmente triste, es horrible porque ves a la gente que está confundida, no saben qué ayuda esperarán, dicen que no necesitan nada. Te sientes impotente», afirma la joven.

En una escuela de Primaria se ha instalado un punto de recepción donde decenas de voluntarios están de un lado a otro, o apostados en mesas ofreciendo alimento. Uno de ellos es Janek Zyczknowski, miembro de la Orden de Malta, que sobre la una de la madrugada no deja de servir bebida y tentempiés a todo quien se acerque, sabiendo que tiene una larga noche por delante. «Trabajamos 24 horas y los siete días de la semana», asevera.

Un grupo polaco de residentes sirve bebida y comida a todos aquellos que buscan asilo en el territorio. Un grupo polaco de residentes sirve bebida y comida a todos aquellos que buscan asilo en el territorio. - Foto: STAFFIndica que el punto de Hrebenne es bastante amplio, en comparación con otras zonas donde los ucranianos han llegado huyendo de la violencia, un número que ha ido creciendo poniendo de manifiesto el drama de este conflicto.

 

«No es suficiente»

Polonia es el país que más refugiados ucranianos ha acogido desde que empezó la invasión rusa, 1,3 millones, según los últimos datos de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), algo que ha sobrepasado al territorio. La gran mayoría del trabajo que se hace en los puntos de recepción es hecho por los voluntarios, subraya Agnieszska, que añade que aunque el Gobierno está intentando mantener unida a la población con nuevas leyes para los desplazados ucranianos, «no es suficiente» su ayuda.

Ella empezó ayudando a los refugios de animales al otro lado de la frontera y ahora acoge a una segunda familia ucraniana en su propia casa hasta que puedan irse, algo que también ha visto que han hecho entre su círculo de amigos.

Una mujer ucraniana observa su nuevo destino desde el autobús con el que ha logrado salir de su país.
Una mujer ucraniana observa su nuevo destino desde el autobús con el que ha logrado salir de su país. - Foto: FABRIZIO BENSCH
En su posición como voluntaria, ha ido conociendo a mucha gente, voluntarios en los que se apoya para aprender a lidiar con el trabajo y el drama del conflicto. Agnieszska intentar estar calmada cada vez que trata con los refugiados, aunque la tarea es «dura» y se lleva todas las emociones a su casa donde puede llorar. «Nunca esperarías ver algo como esto», zanja.