Manuel López Camarena

El Yelmo de Mambrino

Manuel López Camarena


Oltra y Moreno; unos van y otros vienen

23/06/2022

Uno, que ya escribía de política, y otras cosillas, cuando a Franco aún no le había dado la gripecilla que lo llevó a la tumba en un hospital, público, La Paz, no había conocido un personaje tan singular y odioso como Mónica Oltra. Este ser, o sera, pues en eso del género, o la génera, era gente, o genta, o Gento ¡no!, y mandaba mucho y mal y malo. Y cuando no quería mandar ella directamente, pues, supongo, mandaba directamente al frente, a la batalla, a la ejecución de la pena política de turno,  a un  ser, o sera, afín, de esos que, como el presunto jefe político de la Móniqueta, un tal Valldovid, se deshacía en elogios, piropos, requiebros hacia esta, no fuese que la verdadera mandatrice levantina, no quedase plenamente enjalbegada de piropos y… otra puede ser, pero no alguien capaz de destruir, moral y políticamente, a cualquier adversario y ello con el peor estilo, la mayor capacidad de desear y engendrar mal que he visto en mi vida. Ni siquiera algunos dirigentes políticos, más en la izquierda que en la derecha, de los primeros tiempos de la transición destilaron el veneno, las ansias de revancha y la mala baba de la que ha hecho gala esta mujercita de su casa, en los últimos tiempos. Como ejemplo valga su campaña contra el presidente valenciano Camps, hoy absuelto de todos los pegoletes judiciales, pero al que Oltra no ha dedicado una sola frase presentando excusas por los tremendos ataques e insultos que le dedicó. Y lo grave del asunto, lo más grave en mi opinión, es que esta elementa rebajó la moral de sus actos hasta el punto de involucrarse en los presuntos delitos que un exmarido, o exquerido, o ex… ¿vaya usted a saber qué en verdad?, cometía violentando a una niña de 14 años, que estaba al cuidado legal de la Mónica, su Consejería y su criterio y el Gobierno valenciano, presidido  por un socialista. ¡Pá colgalos a toos! Freno y no sigo porque temo perder  la calma y la mesura, pero canalladas así, y más de líderes morales de la izquierda española, no merecen sino condenas ejemplares con nulas consideraciones. Esperemos al juicio; la instrucción es clara y dura.
Unas líneas, justo es, dedicadas al espectacular triunfo del PP, y su  líder, en Andalucía, enorme territorio del sur de España, al otro lado de la Sierra Morena. Uno, que paga algún impuestillo que otro allí, tiene un lógico interés porque las cosas vayan lo mejor posible. Y es que gestionar, lo que se dice gestionar, suele hacerlo peor la izquierda y ello porque dedica mucho tiempo al, digamos, folclore gubernativo. Vamos, que pierde mucho tiempo en inventos y planificaciones. La derecha, más o menos liberal, mucho más pragmática, no se anda con chiquitas y va al morrillo del toro, esperando sacarle todo el jugo. La izquierda andaluza debe, por el bien suyo y de los demás, refundarse de arriba abajo y ser menos soberbia.