Antonia Cortés

Desde mi ventana

Antonia Cortés


El regreso

24/11/2022

Ha vuelto después de muchos años. Los motivos por los que decidió marcharse se fueron en la maleta, entre sus ropas, sus libros y sus recuerdos, en esas lágrimas tímidas mientras se mira por la ventanilla de un avión. Nadie es quien para juzgar esa marcha, pero lo hacemos, con conciencia, incluso, a veces, con cierta malicia. Qué triste creerse no solo con el derecho de hacerlo, sino pensar que se tiene la verdad. Hablar con afirmaciones rotundas como si se estuviera dictando una sentencia que ya no se puede recurrir, como si se tuviera la capacidad de ahondar en las profundidades de un mar ajeno y saber lo que se esconde. Qué atrevido resolver en el transcurso de un café lo que la propia persona quizá no ha sido capaz de solucionar en mucho tiempo. Qué curiosa la rapidez con la que nos lanzamos a analizar las cosas y las emociones de otros, la irresponsabilidad con la que se sacan conclusiones sobre las formas de actuar de los demás sin tener todas las cartas sobre la mesa, sin conocer.
Como si fuera tan fácil dejar toda una vida atrás y poner tierra de por medio, como si no pesaran esos ríos secos que un día llevaron agua; esos atardeceros rojizos como las pinceladas de sus cuadros; esos abrazos infantiles que no entienden el mundo de los mayores y sus decisiones; esas tardes de invierno entre amigos al calor de una chimenea; esos rincones escondidos llenos de complicidades, de risas y tristezas; esas madrugadas invernales de nieblas e ilusiones… No, no es fácil -ni siquiera cuando se desea- decidir cerrar una puerta que sabes que no vas a volver a abrir; la puerta de tu propio corazón para descubrir que es posible volver a empezar, que se quiere intentar. Borrarlo todo para que el folio quede en blanco y se pueda escribir otra historia, lejos, con otros personajes, con otras vivencias, con las añoranzas que no se quieren ir, pero con la esperanza también de que esa hoja es otra oportunidad, una necesidad de buscar lo que intuyes que no está cerca. Encontrarse.
Ha vuelto después de muchos años. Cuando se ha sentido con fuerzas para hacerlo, cuando ha querido, cuando ha resuelto que era el momento de respirar el aire que respira la gente a la que nunca dejó de querer. Ha vuelto cuando le ha dado la gana. Así de claro y sencillo, y por los motivos que ha considerado, o quizá no, que eran oportunos. 
El porqué se fue o el porqué regresó se diluyen como el azúcar en un café cuando se le da vueltas con la cucharilla. Y ahí queda ese sabor dulce de un trago pausado, la mirada sincera de tantas cosas, y la sensación de que se hizo lo que se quiso hacer. Lo demás, no importa cuando lo verdaderamente importante es que de nuevo está, con su serenidad, con una nueva historia para empezar a contar.
 

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