"Ver en peligro el Festival nos hizo reconsiderar su valor"

Diego Farto
-

Entrevista a Ignacio García, director del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro

Ignacio García, director del FITC de Almagro. - Foto: Pablo Lorente

Nacido en Madrid (1977), Ignacio García es un dramaturgo y director de escena con una gran amplitud de miras. Ya antes de hacerse cargo de la dirección del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro mostró su interés por la puesta en escena de obras del Siglo de Oro, mientras que otra de sus facetas, la de director de ópera le llevó a colaborar de forma asidua con la empresa albaceteña Producciones Telón y de su mano con la ciudadrealeña Orquesta Filarmónica de La Mancha. Este año, el tercero al frente de la cita almagreña, ha tocado lidiar con la difícil papeleta de armar un certamen a la sombra de la pandemia de COVID-19.

Va a empezar una edición atípica del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro, ¿cuántos desvelos ha requerido su preparación?

La verdad es que han sido muchos. Ha sido una situación difícil para el país y para todos por el estado de emergencia sanitaria. La vida cultural se ha visto en enclaustramiento durante meses en los que era muy difícil saber lo que se podía realizar ahora, en el mes de julio; si iba a haber festival o no. Hubo momentos de gran incertidumbre, pero hubo también mucha convicción, tanto por parte de todo el patronato, Ministerio, Junta, Diputación, Ayuntamiento, como por todos los trabajadores de la fundación de que había que intentarlo, que había que estar preparados para que si la vida volvía a las calles, a las terrazas, a las playas, también tendría que volver a los teatros sabiendo que tiene que ser de un modo especial. Es una edición de supervivencia, más pequeña, con menos riesgos, con menos cantidad de público, con menos aglomeraciones en las calles, en las plazas, en los teatros de Almagro, pero con la protección de nuestro patrimonio, de nuestra poesía, de nuestro teatro, nuestro verso del Siglo de Oro.

¿Cómo está respondiendo el público a la venta de entrada?

Curiosamente, está funcionando muy bien. Es verdad que hay cierta prevención, pero también hay muchísimo público que lleva cuatro meses sin poder ir al teatro, que tiene muchas ganas, que habitualmente viene a Almagro. Una cosa compensa la otra; todavía no está todo lleno pero sí hay espectáculos que están completos. La previsión es que va estar el festival lleno y con una presencia del público muy grande, pero queremos evitar aglomeraciones. Hemos instalado tres escenarios, a las ocho en el Antigua Universidad; a las nueve en el Corral de Comedias y a las diez y cuarenta y cinco en el Palacio de los Oviedo y en el Teatro Adolfo Marsillach para evitar, como pasa otros años, que todo el mundo esté en el mismo sitio a la misma hora.

Almagro fue el primero de los grandes festivales de verano que confirmó su celebración, ¿eso fue un rasgo de valor?

Eso ha sido la actitud que hemos querido mantener todo el tiempo, la de ofrecer una actividad cultural. Todo el patronato nos alentó y nos pidió todo el tiempo que intentáramos mantener el certamen por lo importante que es el festival para las compañías, para toda la actividad económica del municipio de Almagro y también para la ilusión y el ánimo de tanta gente que quieren volver a la vida después de tanto sacrificio. Hay espectadores que llevan todo el año pensando cómo pueden organizarse y venir a Almagro y hay almagreños que se organizan el verano con toda la ilusión de venir a ver espectáculos. Por todo eso no se podía perder el festival.  

¿Cómo se puede hacer teatro en estas circunstancias?

Con cuidado y con prevención, cómo se está haciendo todo. Vamos al supermercado de una manera distinta a como íbamos antes o vamos a cualquier lugar también de un modo diferente. En el teatro vamos con la mascarilla, nos lavamos las manos cuando hay que salir a escena, tomamos la precaución de no poner en riesgo a nadie. También, todos los días, todos los trabajadores del festival, al llegar a su lugar de trabajo se toman la temperatura; hay todo un protocolo bastante detallado por si apareciera algún signo de peligro. Al mismo tiempo queremos continuar con la función artística. Es verdad que hay espectáculos que son un poco diferentes. Por ejemplo, en el Corral de Comedias hemos planteado los espectáculos de formato pequeño porque es un escenario reducido y no podemos meter ahí diez o doce actores y mantener las distancias de seguridad.

¿Qué pasa este año con los voluntarios?

No va a haber este año, decidimos que debido a esta situación no hacíamos la convocatoria. Es importante que los que resuelvan cualquier cosa del festival sean los propios trabajadores que están a diario aquí, que están instruidos en las medidas sanitarias de una manera muy precisa. Consideramos que contar con voluntarios este año era un riesgo innecesario y decidimos anular la convocatoria.

En esta edición el Festival rinde homenaje a su propio director técnico, Francisco Plaza, ¿cómo ha sido su trabajo en los últimos meses?

Ha sido enorme. Paco es imprescindible por su nivel de trabajo y de responsabilidad, pero este año ha sido un reto en cuanto a la elaboración de los protocolos de trabajo del propio personal técnico, del montaje de los escenarios, de la elección de los espacios que podían usarse mejor, de los itinerarios que debían seguir los espectadores… Ha sido un año más exigente que nunca para Paco y para todo su equipo, pero han respondido maravillosamente bien. Todo el Patronato decidió unánimemente que este año el homenaje se le diera a Paco porque lleva 25 años al frente de la dirección técnica del festival y él es responsable en gran parte del éxito del certamen en este tiempo.

El Festival se abre con la entrega del premio Corral de Comedias a Ana Belén,  ¿cuáles son sus méritos desde el punto de vista del Siglo de Oro?

Son muchos, pero son desconocidos por mucha parte del público, porque claro, conocemos a Ana Belén por su voz y su impresionante carrera musical, pero cuando era una niña comenzó su carrera como actriz, con varios éxitos cinematográficos y tuvo varias participaciones teatrales, pero hace tiempo que ella hizo teatro del Siglo de Oro y parte de su olvidado estilo de interpretación se forjó en Almagro, de la mano de Miguel Narros. Me parece que es importante reconocer con este galardón esta trayectoria en el teatro.

Uno de los atractivos de esta edición es la mirada que dirige al Siglo de Oro Valenciano, ¿en qué medida la visión del teatro en España adolece de una cierta marginación de las periferias?

Pues en muchos casos. Yo creo que el Siglo Oro durante mucho tiempo ha padecido una mirada excesivamente estrecha. Hablamos de tres importantes reflexiones que habían quedado marginadas, una la de las mujeres del Siglo de Oro, que son las autoras, que ya están presentes en el festival, que aportan una visión muy original, completísima y diferente del Siglo de Oro, que además representan a aquellas mujeres dramaturgas y directoras que trabajaron en nuestro barroco; otra de las trayectorias que había quedado históricamente fuera era la del teatro que se hacía en la América Española, un reencuentro tan importante al que la abrimos la puerta en las pasadas ediciones. Una tercera periferia que había quedado olvidada era la de otros territorios dentro del país. En ese sentido, Valencia era una referencia importantísima. Allí se produce el Siglo de Oro Valenciano, que es anterior al Siglo de Oro castellano, pero que lo condiciona de una manera determinante, en cuanto a las formas poéticas, en cuanto a los versos, en cuanto a las ideas.

El año pasado comenzaron a organizarse representaciones teatrales de compañías con presencia en el Festival en las plazas de Ciudad Real. Este año parece que no va a ser posible, ¿o hay todavía algún resquicio?

Creo que no, tiene que ver con la cobertura sanitaria también. Estas actuaciones se realizan en Almagro gratis al aire libre y luego venían a Ciudad Real. Este año no va haber actuaciones gratuitas en las plazasde  Almagro. Sería muy peligroso hacerlo en la plaza Mayor o en el teatro en los barrios. Este año las actividades gratuitas se hacen en espacios cerrados y con control de acceso para saber cuánta gente está entrando y con qué medidas de seguridad están en esos espacios. Confiamos en poder recuperar esa colaboración con Ciudad Real el año próximo o cuando estos actos puedan ser organizados, cuando haya una vacuna.

Aunque este año el Festival es prácticamente en versión nacional, ¿cómo se va a seguir cuidando esa dimensión internacional?

De muchas maneras. He estado la pasada semana en Bayreuth, en Alemania, un festival hermano con el que trabajamos habitualmente, también estudiando las medidas sanitarias y estudiando cómo lo organizan, con un nivel de seguridad muy satisfactorio. Pero también tenemos el Certamen Barroco Infantil, que este año se hace en modo on line, y que participa una compañía argentina. La última semana del Festival, en colaboración con la AECID, vamos a hacer unos encuentros con creadores y gestores culturales de América Latina para reflexionar sobre cómo vamos a poder estar en los teatros y desarrollar colaboraciones en el ámbito internacional institucional. Dadas las circunstancias este año ha sido imposible programar teatro internacional sin saber cómo se iban a poder cruzar las fronteras. Ahora estamos pensando conjuntamente cómo vamos a seguir trabajando por el Siglo de Oro.

¿En qué medida un festival tan especial como este puede dejar un poso para futuras ediciones?

Ver el peligro de que el Festival no se hiciera nos ha hecho reconsiderar su valor, pensar muy y mucho en qué es lo que era lo esencial, a qué no podíamos renunciar. Y al mismo tiempo nos ha hecho pensar en los valores del Siglo de Oro a los que no queremos renunciar: la libertad, la solidaridad,  la justicia. La pandemia no va a cambiar el teatro, lo que va a cambiar es la vida, nuestra visión de la sociedad y algunos valores y el teatro es un reflejo de la sociedad.