Save the children ha publicado en estas últimas semanas un estudio sobre la pederastia en España. Coinciden sus datos con los de la fundación ANAR que destacábamos en este mismo espacio cuando se publicaron. Los abusos sexuales del clero hacia menores suponen un 0,2%. Nunca justificables, delitos muy graves. También pecados. Muy alarmante es que la mitad de los abusos sean en el contexto familiar y que el 24,9 % sea del mismo padre. ¿Y por qué esto no tiene la relevancia que debería, al menos, en la proporción medida y justa?
En la Iglesia damos gracias a Dios por la sensibilidad actual ante estos abusos, pero, puestos a ello, vamos a ser todos honestos: ¿Se está buscando la verdad o se está focalizando todo en la Iglesia cerrando los ojos de manera consciente a buscar, investigar y erradicar los abusos allí donde de verdad están teniendo lugar? Hasta se propone comisión parlamentaria, pero, con los datos en la mano, ¿no habría que dejar de mirar solo a la Iglesia católica y ampliar un poco los horizontes? No hace tantos años había un famoso escritor que se jactaba de tener relaciones con jovencitas en países orientales. La trata de mujeres sigue muy vigente. Un primer mundo prostituido y que prostituye. 
Hay fijaciones perniciosas. De manera recurrente se ataca a la Iglesia católica. Hay temas que permanecen larvados durante semanas para volver a situarse en la actualidad más caliente. Después, vuelta otra vez a dormitar. Hasta la próxima vez. Se está faltando muy gravosamente a la verdad, -ojalá que no sea de manera consciente porque entonces la falta y el pecado serán mucho mayores-, orientando la opinión pública en una única dirección. La profesión periodística, los periodistas deben tener clara su vocación de servicio público y, también, su responsabilidad. Si no ejercen uno y otra, se convierten en panfleto y propaganda.