El Barajas, 19 años entre rejas

Pilar Muñoz
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El asesino de la baraja cumple condena en Herrera, donde tiene un destino: el economato. Es un hombre peculiar que no da problemas

El Barajas, 19 años entre rejas - Foto: L.T

Alfredo Galán Sotillos lleva 19 años y cuatro meses encarcelado por el asesinato de seis personas e intentarlo con otras tres. Fue en Madrid, entre enero y marzo de 2003. El 3 de julio se plantaba en la Comisaría de Puertollano, su pueblo, para confesar ser el autor de estos atroces crímenes que tuvieron en jaque a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Era el asesino de la baraja. Los policías no daban crédito. No le creyeron. Estaba borracho y pensaron que era un lunático. Pero la cosa cambió cuando a preguntas de los policías dio datos que sólo podían conocer el asesino y los investigadores. Las cartas que dejaba en el escenario del crimen, su tarjeta de visita, llevaban un punto azul. Era el asesino de la baraja.

Fue detenido, encausado, juzgado y sentenciado a 142 años y tres meses de cárcel, aunque sólo cumplirá 25 (el máximo que establece el ordenamiento jurídico).

Desde entonces, hace 7.062 días, está preso en Herrera de La Mancha, primero preventivo y luego condenado. Sus 'compañeros' del penal le conocen como 'el Barajas'. Es un hombre «peculiar, retraído», que «siempre va a su historia». Nunca ha dado un problema, apuntan a este diario fuentes penitenciarias.

Desde hace un tiempo tiene un destino remunerado: el economato del módulo 1, una especie de súper donde los presos pueden adquirir artículos autorizados: café, bollos, embutidos... y algunos productos de higiene y limpieza.

'El barajas' se maneja bien, no da problemas, reiteran las fuentes tras indicar que ha recibido visita alguna. No es hablador, pero sí observador y por lo que ha podido saber este diario no ha perdido la mirada que delata esa personalidad y forma de ser que trata de esconder.

Alfredo Galán Sotillos tiene 44 años, 19 privado de libertad por los seis asesinatos que cometió y las tres tentativas con una pistola Tokarev calibre 7,62. Las vainas recogidas en los escenarios de los primeros asesinatos pusieron sobre la pista a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.En un principio se habló de ajuste de cuentas, luego de crimen de juegos de rol. Eran asesinatos a sangre fría de personas pilladas por sorpresa en una parada de autobús o un parque. Conforme avanzaba la investigación, la búsqueda se centró en soldados que habían estado de misiones en el extranjero, en los Balcanes, por las vainas halladas. Alfredo Galán había sido soldado profesional y se había agenciado la Tokarev 7,62 que nunca apareció. Sólo él sabe dónde está el arma con la que asesinó a seis personas: el portero de una finca, un joven que estaba en una parada del autobús, un empleado de limpieza, un camarero y una pareja.