En pleno mes de julio estamos. Muchos de vacaciones. Otros esperándolas. Parece que vamos superponiéndonos a la pandemia: el momento más crítico de las últimas generaciones. La COVID-19 vino para despertarnos fugazmente del sueño plácido en el que estábamos instalados y parece que ha dado lugar, incluso con desesperación, a evitar planteamientos profundos. Una crisis que podía habernos ayudado a profundizar en el sentido de la existencia, de cada cosa que hacemos, sin embargo, nos lleva a evadirnos de la realidad. Huimos de ella. Es demasiado dura. Buscamos, sencillamente, pasarlo bien. Una y otra vez. Actuamos, eso es lo que se ve, como si se nos escapara la vida, como si no tuviéramos tiempo o temiéramos su pérdida. Ya vivíamos en una sociedad individualista, pero estos dos últimos años nos han marcado tanto que la hemos profundizado. 
La fundación Foessa comenzó a caminar en 1965. Las siglas Foessa significan Fomento de estudios sociales y sociología aplicada. Impulsó esta fundación Cáritas española para conocer la situación social de nuestro país y desde 1995 está enfocada la fundación en el estudio del desarrollo y la exclusión social en España y en las distintas comunidades autónomas. 
La situación difícil que estamos viviendo tiene rostro de mujer. La familia, que soportó la crisis de 2008 y después, ya no está en condición de aguantar más envites. Y es que estamos en «una nueva crisis de empleo sin haber resuelto la anterior». Y es una bofetada dura de soportar.  
Estamos llamados a redescubrir la grandeza y la belleza de unas vidas abiertas a los demás.