La Plaza de España de Herencia fue el escenario de la eucaristía en la que se coronó a la patrona de la localidad, la Inmaculada Concepción, un acto que estuvo presidido por el obispo, Gerardo Melgar, y al que asistieron autoridades de Herencia, vecinos y más de setenta hermandades de la Diócesis de Ciudad Real y la Diócesis de Toledo y más de quince sacerdotes.

Durante los años de preparación para la coronación, que estaba prevista para el 31 de mayo de 2020 pero se aplazó por la pandemia, se han impartido catequesis, una misión mariana que ha llegado a más de seiscientos hogares, se han celebrado oraciones, encuentros de formación y, en los últimos días, un quinario que presiden los sacerdotes que han pasado por Herencia.

Imágenes de la coronación de la Inmaculada Concepción en Ciudad Real, presidida por el obispo, don Gerardo Melgar. - Foto: José Raillo (Diócesis de Ciudad Real)

Además, como proyecto de caridad en torno a la coronación, se recaudaron fondos para un proyecto de desarrollo de Manos Unidas en Guatemala que está destinado principalmente a las mujeres.

Imágenes de la coronación de la Inmaculada Concepción en Ciudad Real, presidida por el obispo, don Gerardo Melgar. - Foto: José Raillo (Diócesis de Ciudad Real)La obra de la corona de la Inmaculada de Herencia, donada en su integridad por el pueblo, ha sido creada por el orfebre sevillano Fernando Marmolejo, que presentó la obra en Herencia el pasado sábado 23 de abril.

La realeza de María, Madre de Dios, viene dada por la realeza de Cristo sobre toda la creación. En cuanto a la realeza de Cristo, y por tanto, la realeza de María «coronada», podemos leer el himno de Filipenses (Flp 2), donde se enfatiza que la realeza de Cristo es un «descenso».

Imágenes de la coronación de la Inmaculada Concepción en Ciudad Real, presidida por el obispo, don Gerardo Melgar. - Foto: José Raillo (Diócesis de Ciudad Real)

El sentido de la coronación de las imágenes marianas es un signo de santidad que emana de la maternidad divina de la Virgen. Nos debe llevar a meditar la realeza de Cristo, cuya realeza se expresa en la cruz, así como el dogma mariano de la maternidad divina de María, reina por ser madre de Dios.