«Cuando haya gente me la seguiré poniendo»

M. E.
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Los ciudadrealeños celebran la flexibilización en el uso de la mascarilla, aunque asumen que seguirán utilizándola por sentido común

Varios vecinos de Ciudad Real, usando mascarillas. - Foto: Rueda Villaverde

Los ciudadrealeños, al igual que el resto de españoles, esperan impacientes la entrada en vigor de la nueva norma que acaba con la obligatoriedad de la mascarilla en espacios interiores. Un nuevo paso hacia la normalidad deseado por todos después de dos años de muchos sacrificios, miedos e incomodidades, que se han asumido con celo y resignación para luchar contra la pandemia del coronavirus. Un largo y oscuro túnel cuyo final ya se vislumbra y que los vecinos de la capital reciben con los brazos abiertos, pero también con recelo. Llevan mucho tiempo deseando dejar atrás esta incómoda medida de protección, pero al llegar el momento los hay quienes sienten cierto vértigo y mucho respecto, pese a que la batalla contra el Covid arroja cifras esperanzadoras.

La Tribuna pulsaba ayer la opinión de la calle en la víspera de la aprobación del nuevo Real Decreto, y el denominador común es claro. «Estamos deseando poder quitárnoslas». Eso sí, cuando se pregunta cuál va a ser el comportamiento particular a partir de mañana miércoles, cuando entre en vigor esta nueva norma, tampoco hay dudas: «Cuando vea aglomeración de personas y mucha gente, me la seguiré poniendo».

Los más jóvenes apuestan por su retirada y la normalización de la vida social sin mascarilla, aunque respetando excepciones como la del transporte público. No así en lugares como bares y restaurantes, donde, dicen, la norma de la mascarilla apenas se acataba ya. «Entras, pides la consumición, te la tomas, charlas y te marchas, y todo ello sin mascarilla, por lo que veo lógico que ya deje de ser obligatoria también en el interior».

En el colectivo de personas mayores y jubilados se dan la mano la idea de la prudencia y de la confianza. Prudencia porque entienden que, pese a esta flexibilización de la norma, la pandemia no ha finalizado, y más para personas de riesgo. Sin embargo, respetan la decisión de los expertos. «Si nos dicen que ya nos las podemos quitar, pues será porque ya hay menos peligro».

Los docentes son otro colectivo que aguarda con expectación conocer los detalles de este Real Decreto. Llevan ya dos cursos sin poder comunicarse con sus alumnos a cara descubierta, por lo que agradecerán este gran paso hacia la normalización en las aulas. «Dar una clase no es sólo cuestión de que te escuchen o de escuchar, sino de ver la expresividad de nuestras caras. Mis alumnos están deseando quitarse las mascarillas, y yo también», confiesa una profesora. Con más cautela se observa esta nueva realidad desde el sector sanitario, cuyos profesionales asumen que las mascarillas llegaron a sus lugares de trabajo para quedarse, y advierten del riesgo de dar un paso atrás. «Creo que no hay que tener tanta prisa y ser un poco más prudente, después de todo lo que hemos pasado durante todo este tiempo».