«Todos destacan el lado humano de don Pedro»

Diego Farto
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Historiador especializado en la historia de la música, mañana presenta en el Convento de la Merced, a las 20.00 horas, el libro El valor de la bondad. Época, obra y vida de Pedro Pardo García, sacerdote y músico (1935-2001)

«Todos destacan el lado humano de don Pedro» - Foto: Rueda Villaverde

Historiador especializado en la historia de la música, mañana presenta en el Convento de la Merced, a las 20.00 horas, el libro El valor de la bondad. Época, obra y vida de Pedro Pardo García, sacerdote y músico (1935-2001), editado por el Instituto de Estudios Manchegos.

¿Cuál fue su vivencia con Pedro Pardo?

Le conocí en 1999. Era canónigo de la Catedral y había ido a Madrid y a varios sitios, a recoger las partituras musicales de Salomón Buitrago, que fue maestro de capilla de la Catedral durante 50 años. No tenía familia y sus sobrinos se repartieron su partituras. Don Pedro consiguió evitar que se perdiera esa música, 237 obras y lo trajo todo a Ciudad Real. Pero era una inmensa caja de madera llena de partituras y don Pedro decía que ya no tenía fuerzas para ordenar eso. Coincidió con que yo estaba haciendo la tesis y me ofreció ir a la Catedral, enseñarme todo y que ordenase y catalogase esos papeles. Conversábamos muchísimo, estaba muy contento al ver que iba progresando mi trabajo, que íbamos descubriendo obras de Buitrago, pero no pudo ver terminado el trabajo cuando falleció el 4 de octubre de 2001. 

¿Cómo se planteó este libro?

Muchos años después de su muerte, la asociación que se formó a su muerte y sus propios hermanos me pidieron que hiciera una relación histórica de su vida. En agosto de 2016 empezamos recopilar todas sus obras musicales, testimonios de fuentes orales, de gente que le conoció, la prensa local. La idea era haberlo sacado el año pasado en el mes de octubre, para coincidir con el 20 aniversario de su fallecimiento, pero la pandemia lo ha retrasado un poco. Es una biografía, pero también una historia de Ciudad Real. 

Pedro Pardo dejó un gran recuerdo en el barrio del Pilar, ¿cómo era con la gente de su parroquia?

A finales de 1963 llegó a la parroquia del Pilar, que era el barrio más pobre de la capital, en una situación mísera. También había mucho anticlericalismo y eso le hizo pasar mal. Su reacción a ese rechazo fue entregarse y la gente vio que iba a las casas a resolver problemas. Actuó mucho con la gente joven, formó el coro parroquial, un grupo de teatro, otro grupo de adoración y el famoso equipo de fútbol, la JOC Pilar. Se implicó muchísimo, estaba en todas las reivindicaciones del barrio, consiguió que se asfaltaran las calles y otras mejoras, todo a base de hablar, moverse e ir de un sitio a otro.

¿Cómo empezó Pedro Pardo su implicación con la música?

Cuando llegó al Seminario, entonces se daba bastante importancia al canto litúrgico. Además, tuvo maestros muy buenos, como el propio Salomón Buitrago, que era maestro de capilla en la Catedral; Eusebio Goicoecheandía, que era el organista y un sacerdote de Palma de Mallorca que era un músico extraordinario, Pedro Rebasa. Don Pedro empezó a componer prácticamente desde los 14 o 15 años. Cuando creó el coro empezó a hacer composiciones para ellos. Luego tuvo continuidad cuando en 1983 le ofrecen la dirección de la Coral Polifónica de Ciudad Real. Hizo 37 obras para la coral que hemos conseguido rescatar, están digitalizadas y aparecen de su puño y letra. De las 500 páginas que tiene la obra, 200 son partituras. 

¿Cómo fue su paso por la Catedral?

Llegó en 1990 como canónigo, fue prefecto de música. Estaba bajo la autoridad del chantre, Antonio Lizcano. Don Pedro era organista y director de la Coral Polifónica, que participaba en toda la liturgia. Musicalmente en la Catedral y en toda la ciudad está muy valorado. Todas las personas que entrevisté destacan el aspecto humano de don Pedro, cómo se daba a querer, se entregaba y daba sus dones, su talento con la música. Fue dos veces ciudadano ejemplar. En 1987 nombraron al grupo entero de la Coral Polifónica, incluido su director, y al año siguiente, el Ayuntamiento le nombró a él singularmente.