10 días de homenaje y luto: En memoria de Enrique Garrido

C. de la Cruz
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El secretario de la Asociación Española contra el Cáncer de Ciudad Real, Enrique Garrido, fallecía el pasado 24 de marzo

De izquierda a derecha, Enrique Garrido, Juan Manuel Moraleda, Félix Peinado y Martín Sánchez. / lt - Foto: LT

Enrique Garrido se marchaba el pasado 24 de marzo. Su recuerdo se mantiene con fuerza en la Asociación Española contra el Cáncer de Ciudad Real, de la que era secretario, y también el dolor por la pérdida de una persona «muy querida». Las palabras las formula Félix Peinado, el presidente de la asociación que compartía una estrecha amistad con Enrique. «Eramos inseparables», una relación marcada por la cercanía y fortalecida por la afinidad entre las familias. «Para nosotros ha sido un golpe, ni siquiera pude hablar con su mujer porque a ambos se nos hacía un nudo en la garganta», recuerda Peinado sobre aquellos aciagos días de finales de marzo. 

Con la declaración de luto oficial se homenajea a las víctimas de la pandemia, que ya ha costado la vida de 1.091 personas en la provincia, pero Félix mantiene el duelo desde aquel 24 de marzo». Lo malo es que se muere un amigo, pero lo peor es que parece como si no se hubiera ido porque no te has podido despedir de él», una herida profunda difícil de cerrar.

El 17 de marzo le llamó por teléfono y «me dijo que estaba pachucho, con fiebre», una situación que lejos de mejorar empeoró. Dos días después «le noté mal la voz, aunque «como estaba en la cama tampoco me pareció excesivamente raro». La alarma llegó pocos días después cuando «ya no me cogió el teléfono, ni el fijo de su caso, y al final conseguí contactar con su mujer que me comentó que estaba ingresado». La triste noticia llegaba el 24 de marzo por la tarde. Reconoce que el grupo de amigos, del que también forman parte Juan Manuel, Ramón e Isidoro, se ha quedado «muy tocado», ya que a las rutinas diarias se sumaba un sincero respeto. Enrique era natural de Ciudad Real y tras un largo periodo en Madrid regresaba a su ciudad natal,  donde «era un hombre querido y respetado. Era una persona muy abierta que tenía relación con todo el mundo». Padre de ocho hijos, y con el cálido recuerdo de su mujer Toñuca, a sus 81 años Enrique decía adiós por culpa del coronavirus.