Estaban tan contentos en la sede del PP. ¿El motivo? En el Reino Unido la presidenta, señora Truss, defendía lo mismo que el señor Feijóo en España. Bajadas de impuestos generalizadas y rebajas para las grandes fortunas. El PP no estaba solo en Europa como un pollo sin cabeza, defendiendo recetas desfasadas y arcaicas. Agitó la resistencia 'antisanchista', como siempre, (marca tendencia en el PP), la señora Ayuso. Después continuaron los demás, incluidas las terminales mediáticas y su tosco seguidismo partidario. La alegría duró poco. La economía se hundía en Inglaterra, la presidenta cesó a su ministro de economía, nombró a otro que anunció lo contrario y ha terminado dimitiendo. Ya es expresidenta. Desde el inicio del lío con los impuestos los pelotones de acoso y las orquestas mediáticas se han puesto de perfil (ya han hecho bastante el ridículo) a la espera de que amaine el temporal que sacude al Reino Unido por un bájeme usted esos impuestos, cuando lo que se impone son recetas menos rancias. Hasta los mercados despiadados lo han entendido antes que la señora Truss y el PP.
Y en esas estábamos, cuando se ha celebrado el segundo debate en el Senado entre el señor Rajoy y el señor Sánchez. Antes, portavoces anónimos del PP habían avisado que sí se mostraba tan duro el señor Sánchez como en el debate anterior, de renovar los órganos judiciales nada de nada. Así que el señor Sánchez moderó sus intervenciones, lo que aprovecho el señor Feijóo para lanzarse como un dragón de 'Harry Potter' contra el presidente del gobierno. Chantaje y agresión. En conclusión, que volvemos al primer debate: el señor Feijóo o es insolvente o tiene mala fe. Y cada día se percibe en él con mayor claridad la inanidad de Rajoy, aunque con menos capacidad dialéctica que el paisano.
Y ¿cómo lo cuenta la afición? Los más fervorosos, incidiendo en el formato del debate, que habría que cambiar expresamente para que el señor Feijóo pudiera ampliar su catalogo de invectivas, lo que no deja de ser una extraña concepción de la democracia. ¿Lo harían ellos si fuera el señor Sánchez el que estuviera en la oposición? Con seguridad, no. No se pueden cambiar las normas a conveniencia, dirían con razón. Y qué más. Pues que se presenta al el señor Feijóo otra vez como víctima, que siempre es más rentable que aparecer sobrado y rodeado de malas compañías como el señor Sánchez. ¿Y por qué serán malas ciertas compañías si están en el Parlamento de la Nación?
Mientras descubrimos el sofisma curil de las malas compañías, el Reino Unido entra en una crisis parecida a la de Italia, que los ingleses habían despreciado. El Reino Unido siempre desprecia a los países del Sur. Les llaman 'pigs'. El nuevo ministro 'tory' ha propuesto un conjunto de medidas más cercanas a las del señor Sánchez que a las viejas recetas del dogma neoliberal de la señora Thatcher y la obsoleta escuela de Chicago que nadie suscribe, excepto la señora Ayuso y el PP. El mundo vive un tiempo tan incierto que lo que cuenta es el apoyo mutuo para ver si los gobiernos son capaces de superar el atolladero en el que, primero una pandemia y después una guerra sin aparente final, martiriza a los habitantes del planeta. Entre tanto, la señora Truss ya no es presidenta, el señor Macrón aprueba los Presupuestos de Francia por decreto, el señor Rajoy pedía el voto del PSOE para aprobar los Presupuestos por el interés general de España. El señor Feijóo pide retíralos. ¿Dónde queda el interés general de España? Pues, lo dicho. ¿Insolvencia o mala fe?